Nota realizada por el Colectivo Faro de la Memoria.
Desde los distintos Espacios de Memoria del país, vinculados al terrorismo de Estado implementado durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983) se trabaja sobre la divulgación de la Memoria, la promoción y defensa de los Derechos Humanos.
Estos lugares que funcionaron como centros clandestinos de detención, tortura y exterminio de personas son la prueba histórica y judicial de la represión ilegal del Estado en Argentina.
A partir de la señalización y la apertura de estos Espacios, los trabajadores que allí se desempeñan realizan las investigaciones históricas y judiciales, tareas de conservación y preservación de los edificios, trabajo pedagógico de formación y capacitación, visitas con todos los niveles educativos, se producen contenidos específicos de divulgación y se desarrollan actividades artísticas y culturales vinculadas a la promoción y defensa de derechos, entre otras actividades.
¿Cómo es trabajar un Espacio para la Memoria? En principio un gran desafío y sobre todo una gran responsabilidad. Buena parte del tiempo nos sentimos, en el buen sentido de la palabra, observadxs por muchísimos compañeros y compañeras que depositan en nuestro trabajo muchos años de lucha. Y en este sentido trabajar estos temas implica trabajarlos con todo lo que para nosotros significa esa responsabilidad desde la investigación, desde la pedagogía, desde la articulación comunitaria e institucional, desde la gestión cultural y la promoción de derechos.
Implica saber que estamos haciendo un trabajo que es parte de un tema que está siempre en agenda en nuestra sociedad, y que es un tema conflictivo, conflictivo en todos los niveles dentro de un mismo espacio ideológico se pelea y se discute por estos temas, ni hablar entre diversos espacios ideológicos y en ese sentido nosotros como trabajadores a veces cargamos la responsabilidad pero también la carga, la pesadez de tener que estar atravesades continuamente por la conflictividad de la temática.
Siempre decimos que trabajamos en un lugar que es un patrimonio hostil, que molesta, que incómoda y a la vez es obviamente un gran orgullo y da muchísimas satisfacciones cuando uno puede reponer historias que estaban ocultas, cuando unx puede ayudar a un compañero a una compañera y brindar un espacio de escucha, contribuir a la familia a los compañerxs amigxs de alguna compañera/o desaparecidx, a brindar un poco más de verdad de saber que pasó, de brindar un espacio de transmisión de esas historias, y comunicar y compartir estas historias con la comunidad desde otros lenguajes, eso da profundas satisfacciones y a la vez lamentablemente es muy cansador.
Es muy cansador no por la tarea en sí, sino porque desde hace muchísimos años los Espacios de Memoria los venimos sosteniendo con una gran voluntad de los equipos de trabajo y de los compañeros y compañeras que participan, cómo en el caso del Faro, el Colectivo Faro de la Memoria, y otros Espacios del país en las mesas de trabajo, también sostienen los Espacios y desde una gran precariedad institucional en términos presupuestarios, en términos laborales, en términos de reconocimiento de nuestros saberes y de nuestra capacidad de gestión. Y eso hace que sea cansador, porque estamos todo el tiempo mediando entre la responsabilidad, el compromiso, la satisfacción, la invisibilizacion y el cansancio. Y el cansancio en general muchas veces gana la batalla. Creemos que es necesario profundizar verdaderamente sobre las políticas públicas en general y de Memoria Verdad y Justicia en particular.