Stefanía es la mejor amiga de Vicky Nieva, la chica trans de 36 años brutalmente asesinada el domingo a la mañana en su casa de Aguilares. El sábado a las seis de la tarde, Stefanía le mandó un mensaje a Vicky: “¿Qué estás haciendo, ma?”. Jocosa, diva, siempre con una sonrisa, Vicky le contestó en el acto: “¡Hola, zorra! Venite a casa y traete a los chicos. Comamos algo”.
Ese sábado a la noche, junto a una pareja de amigos, comieron, tomaron algo, escucharon Gilda, y disfrutaron de una noche soñada: “Ella estaba muy contenta, muy sonriente, abrazaba a los chicos”, le cuenta Stefanía al diario el tucumano este martes.
Pero fue cuando se despidieron ese sábado a la noche de la casa de Vicky que a Stefanía le pasó una sensación rara por la boca del estómago. Vicky le dijo a su amiga del alma: “¿Vas a venir a comer mañana un asadito al mediodía? Te espero temprano, a las 11”. Ese fue el último mensaje que la acompañó a Stefanía de camino a casa: “Yo sentía algo, tenía un presentimiento feo. El domingo me desperté a las 10.30 y me desperté con la noticia”.
Lo que pasó esa mañana, de acuerdo a las primeras averiguaciones a cargo de la Unidad Fiscal de Graves Delitos del Centro Judicial de Concepción, la ex pareja de Vicky Nieva, Carlos Maximiliano Gutiérrez (la pareja se había separado hace tiempo y ya existían denuncias de violencia en contra del hombre aprehendido) fue a la casa donde la habría atacado con un arma blanca en reiteradas oportunidades hasta degollarla. Apodado El Rubio, se encuentra detenido en La Cocha y es el principal sospechoso de haber cometido el trans femicidio.
“Le hablábamos de esta situación, le decíamos que tuviera cuidado. Ella nos decía que iba a volver a Buenos Aires para ya terminar con todo esto: ella tenía un sueño muy grande y era ampliar su casa. Se enfocó en su casa. Sus hermanos la estaban ayudando y soñaba con tener un hijo y ser madre, pero sola, sin esta persona: yo le iba a prestar mi vientre”, se emociona Stefanía.
“Ella sufrió mucho, muchísimo, pero siempre trataba de ponerle lo mejor. Si vos estabas mal, esa chispa que tenía, te hacía sentir mejor. Ella tiene muchos amigos trans, mujeres y varones. A ella ya no le importaba que le dijeran puto o traba. Era como le dijeran diosa. No le importaba nada más que el resto de la gente estuviera bien. En general siempre tuvo esa chispa alegre. Siempre te decía: ‘Ya vas a estar bien, la vida es hermosa, la vida es bella. Le pongamos música’”.
Sin perder esa ilusión de estar mejor, Vicky le contaba a Stefanía sus planes y Stefanía hasta se animaba a acompañarla: “Nuestra intención era viajar, irnos, escapar, percibiendo que no la iba a dejar de molestar. Ya hace más de dos años que se habían separado y volvían. Pero esta última vez estaba decidida a cambiar su rumbo, sus proyectos. Por eso no entiendo cómo le puede haber hecho esto: Vicky era mucho para nosotros, le arrancaron los sueños”.
A horas de la marcha en la plaza principal de Aguilares con el colectivo mujeres trans de Tucumán este miércoles, Stefanía recuerda: “Cuando pasábamos en moto por el cementerio de Aguilares, la Vicky me decía: ‘Mirá, zorra, cuando estemos nosotras acá, los vamos a hacer revivir a los muertos con música’. Compartíamos toda la tarde, con la madre de ella, o con mi familia, tomábamos mate en familia, escuchábamos Gilda, o música retro, le encantaba la música retro”.
“Le arrancaron la vida. Por eso este miércoles viene a Aguilares una asociación de chicas trans. Son muchísimas. Lo único que pedimos es Justicia: las evidencias hablan por sí solas, la marcha es para que en toda la Argentina se haga Justicia. No queremos más discriminación con las chicas trans ni con las mujeres. Estamos todas unidas en esto, vamos pedir la perpetua y Justicia, Justicia por mi amiga, Justicia por Vicky”.
eltucumano