No máquina: maquina. Maquina como tercera persona del verbo maquinar, tramar. Maquína que no requiere tilde, pero se le ha agregado en la gráfica para poner en evidencia lo que se quiere decir. Hamlet trama. Hamlet elucubra. Piensa, que es también urde, cavila, rumia, mastica.

“Hamlet maquína” es un espectáculo unipersonal basado en textos de Shakespeare, a quien obviamente no repite, pero me atrevo a decir que lo requiere como condición previa. No hay Hamlet maquina sin Hamlet.

¿Puede un hijo permanecer encadenado a la figura del padre para siempre? ¿Puede estar ligado eternamente a su imagen, su muerte, su fantasma, su existencia previa? ¿Puede un hijo habitar la punta opuesta de un cordón umbilical que no es materno sino paterno, porque el padre es todo? ¿Puede el hijo ser eso que está simplemente en el otro extremo del cordón, que no sostiene más carnadura que la de la palabra, hasta tocar apenas el suelo, a tal punto que tiene que pedir ayuda a los demás para tomar agua? ¿Es ese Hamlet? Al menos ése es el Hamlet que maquina. El que se llama como el padre y se repite a sí mismo su nombre, como esos niños construidos a la sombra de llamarse Robertito Junior y ser siempre una sombra maquinadora del que no está. Hamlet hijo del rey Hamlet.

Para lograr el proyecto hace falta un actor con la agilidad de recursos y la destreza física de Leandro Fernández Strifezza (nominado al premio Estrella de Mar como mejor actor marplatense por este trabajo), dirigido por Marcos Moyano. Juntos tramaron, maquinaron este texto que no para, no cesa, transmite la sensación extenuante, y exhibe las gotas de sudor de quien teje su propia obra de ingeniería psíquica pendiendo de un hilo (grueso), cuando lo único que puede esperar es más traición.

La obra original inglesa ya era lo suficientemente ambigua, confusa y demenciada, y nada nos impide sacudirla a gusto, traerla al contexto cercano o colgarla de cabeza. ¿Por qué no? En esta arena circular circense, el artista juega al funambulismo esforzado de la mente para placer del público. Los lunes a las 21 en el Séptimo Fuego (Bolívar 3675), usted puede ser espectador de una experiencia teatral intensa, como es el estilo del director. Seguramente, después de esto, usted también va a maquinar.

Adriana Derosa