La orientación geográfica, el uso de materiales de aislación térmica y los electrodomésticos son los factores principales a tener en cuenta para definir el nivel de eficiencia energética de una vivienda.
Para Federico García Zúñiga, consultor técnico de la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (Andima), esos requisitos son válidos “tanto para una construcción muy pequeña como para una muy grande, para sectores medios y altos como para los de menores recursos”, en tanto implican no sólo un ahorro en el gasto de energía sino también mejoras en el confort y la salud de los habitantes del inmueble.
“No es un tema fácil, si la vivienda ya está construida, no se pueden tomar muchas decisiones”, admitió en especial en lo que respecta a la orientación, más allá de la posibilidad de incorporar aleros, toldos o cortinas de enrollar.
En ese sentido, lamentó que haya habido “una involución” en la tendencia a construir edificios de departamentos sin persianas, pero a su vez rescató la sanción de leyes que fomentan las construcciones con diseños eficientes.
Al respecto, la provincia de Buenos Aires sancionó en 2003 la Ley 13.059, reglamentada siete años después, que establece las “condiciones de acondicionamiento térmico exigibles en la construcción de edificios para una mejor calidad de vida y disminución del impacto ambiental”, válidas tanto a obras nuevas como a remodelaciones públicas y privadas.
En los fundamentos de la ley se indicó que “la contribución a la limpieza del medio ambiente por la correcta aislación térmica se concretaría al reducir entre un 55% y un 80% de la emisión de CO2 (Dióxido de Carbono), SO (Óxido de Azufre), y Nox (Óxido de Nitrógeno), vertidas por el exceso de consumo de energía de las viviendas no aisladas, cumpliendo los niveles intermedios y óptimos de las normas IRAM en vigor”.
“Los gases anteriores causan el desequilibrio del efecto invernadero y producen la denominada lluvia ácida, con las consecuencias de cambios climáticos y la afectación negativa de nuestro agro”, añadió.
En la ciudad de Buenos Aires la Ley 6.100, vigente desde 2019 y que modifica el Código de Edificación, cuenta con un título específico (el 3.7) que refiere al diseño sustentable y, dentro de él, el capítulo 3.7.1.11 establece normas y recomendaciones para el uso eficiente de la energía en las construcciones.
Andima detalló un orden de prioridades en los criterios a adoptar para la construcción de una vivienda “lo más eficiente energéticamente posible”, destacando cinco pasos al respecto:
1.- Orientación abierta hacia el norte o noreste, ventilación cruzada, protecciones solares, sobre todo al oeste (aleros, parasoles, toldos) e iluminación con colores claros.
2.– Aislación térmica eficiente en la envolvente (techos, muros y pisos), que puede ser lana de vidrio, poliestireno expandido (EPS) y Poliuretano.
García Zúñiga remarcó a Télam que todos estos aislantes “son de fabricación nacional” y que con su instalación “no dejan que entre el calor en verano o el frío en invierno, además de conservar la temperatura interna, por lo que se necesita menos calefacción o refrigeración, según la época del año”.
3.- Aislación térmica en vidrios y carpinterías, con Doble Vidriado Hermético (DVH), carpinterías eficientes o con Ruptura de Puente Térmico (RPT) y cortinas de enrollar.
4.- En el orden de prioridades, los electrodomésticos y gasodomésticos aparecen en el cuarto lugar, con artefactos etiquetados nivel A, calefones sin piloto e iluminación LED.
5.– Los calefones o colectores solares y los paneles fotovoltaicos son el quinto paso de la lista.
Los resultados pueden ser evaluados tanto por los efectos positivos de aplicar los criterios mencionados como por los negativos de no usarlos.
En el primer caso, “una factura de gas o electricidad se puede reducir con una vivienda más eficiente”, amortizándose los gastos en un tiempo que varía según el nivel de segmentación de las tarifas.
Pero Andima advirtió que “el gasto que supone en la economía familiar una vivienda poco sostenible es altísimo”, pudiendo representar una pérdida de “un 20 % de la energía por las carpinterías, el 40% por el techo, un 30% por los muros y un 10% por el suelo”.