por Adriana Derosa
“La vita es una cosa molesta que te ponen a la espalda cuando nace, e hay que seguir sosteniendo aunque te pese…” dice Stéfano, y con esta cita puede pintarse el espíritu del grotesco criollo, de cuerpo entero.
Esta ha sido la apuesta de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, con un montaje impecable del dramaturgo que dio cuerpo al género: Armando Discépolo. En sus obras se ven reflejados los avatares de los inmigrantes que poblaron el país en las primeras décadas del siglo: la tragedia de los sueños incumplidos y los proyectos truncos, en una Buenos Aires cosmopolita que iba tejiendo su identidad múltiple y su dialecto tradicional.
En esta ocasión, los directores Marcelo De Bellis y Luis Longhi eligieron una escenografía escueta pero realista, siguiendo la modalidad propia del género, que remite al universo donde el hacinamiento y la miseria eran un condicionante permanente en el desarrollo de la familia, y aquí de la acción dramática.
El plus lo da la orquesta en vivo, que vivifica la tarea de este personaje: un músico formado, que ha llegado a América en busca de la fama y gloria que no lo acompañan. El sujeto del grotesco criollo padece la presión familiar por una ruina económica que no puede mejorar, y este caso no es la excepción.
Pero en Stéfano aparece además un subtema que es el de la creación artística: no siempre el estudio y la erudición en una disciplina hacen que el artista sea capaz de crear. Algunas veces la maestría genera habilidad, destreza, pero no el esperado don de la creación. Sféfano ha estudiado mucho y sabe, pero la ópera que sueña nunca llega, la inspiración no lo acompaña, y la frustración destroza su existencia.
El personaje es interpretado por Luis Longhi, de quien sólo puedo decir que resulta hipnótico. El espectador podría seguir escuchándolo hablar indefinidamente. Su desenvolvimiento escénico y sus destrezas físicas lo llevan a recorrer el espacio con todos los matices que sólo un maestro puede visitar. El impecable dueto con Pastore, Gaby Almirón, representa una escena de antología.
Celebro la apuesta, y celebro que la temporada de verano de una ciudad balnearia la merezca. Queda un fin de semana de Stéfano. Ojalá el público marplatense se ocupe de llenar la sala, porque tenemos a la mano la oportunidad de asistir a la representación de una obra icónica de una las etapas más ricas del teatro nacional, traída a escena con esta calidad. Impecable. Sala Piazzolla del Teatro Auditórium.