El girasol ha sido hasta el momento el único cultivo de importancia a nivel nacional que no recibió recortes en la estimación de producción a pesar de la sequía que afecta al país, sino que, al contrario de lo que sucede con los demás granos, se proyecta una expansión en el volumen de cosecha.
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), en la presente campaña la superficie destinada a la oleaginosa creció 17,6% al pasar de 1,7 millones a 2 millones de hectáreas implantadas, mientras que la previsión de producción se ubicó en 3,9 millones de toneladas, que de concretarse, representaría un incremento del 15%, equivalentes a 500.000 toneladas.
También, el estado del cultivo y su condición hídrica distan de la situación actual de la soja y el maíz.
Así, mientras sólo el 25% del girasol se encuentra en condiciones malas a regular, en la soja ese porcentaje llega hasta el 56% y en maíz acapara el 45%.
En cuanto a la condición hídrica, en el 84% de los lotes implantados con la oleaginosa es entre óptima y adecuada, mientras que en la soja ese porcentaje se ubica en el 33% y en el caso del grano amarillo el 45%.
Esta buena performance se debe, por una parte, a que en gran parte de las zonas que ocupa el cultivo, como el sur y parte del oeste de Buenos Aires y este de La Pampa, donde se concentra más del 50%, tuvieron un régimen de lluvias mejor al de otras regiones del país y también por ciertas características que posee la planta, como una mayor resistencia a las condiciones secas y por sus raíces, las cuales le permite un mejor acceso a la humedad del suelo.
Según comentó a Télam la jefa de Estimaciones Agrícolas de la BCBA, Cecilia Conde, “el girasol posee un sistema radicular con gran capacidad de exploración del perfil del suelo”, lo que en otras palabras significa que “tiene las raíces más profundas y eso le permite buscar más agua”.
También, explicó que “otro mecanismo ante la sequia es el de de ajuste osmótico que le permite mantener la turgencia de hojas respecto de otros cultivos ante condiciones de alta demanda atmosférica. O sea, se puede decir que tiene la habilidad de disminuir el consumo de agua en periodos de sequía perdiendo turgencia en las hojas”.
Esta fue una de las principales razones que los productores tuvieron en cuenta a la hora de decidir implantar girasol en detrimento de la soja antes a mediados del año pasado, sabiendo ya que se aproximaba una nueva Niña para esta campaña agrícola.
Otro de los factores que tuvieron en cuenta los productores es que es un cultivo que conlleva menores costos de producción, mientras que los precios internacionales del aceite de girasol, si bien no son los que registraron a comienzos de la guerra entre Rusia y Ucrania, todavía se mantienen a niveles históricamente altos, promediando los US$ 1.200 por tonelada.
De hecho, Conte consideró que “inclusive tal vez se hubiera sembrado más, pero no había disponibilidad de semillas en el país”.
Hoy la cosecha ya avanzó sobre el 23,5% de las 2 millones de hectáreas implantados, con los trabajos concluidos en los dos principales núcleos girasoleros del norte como lo son el noreste argentino (NEA) y el centro-norte de Santa Fe.,
Hasta el momento, el rendimiento promedio se ubicó en 15,2 quintales por hectárea (qq/ha), por debajo del registro del año pasado de 20,4 qq/ha, por lo que se espera que compense esta merma cuando la cosecha llegue al sur de la provincia de Buenos Aires.
En cuanto a las expectativas de exportación para este año, se espera que haya una caída en valor de las mismas, debido a menores precios iinternacionales.
Así, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que el complejo girasolero exportará US$ 1.756 millones durante 2023, US$ 122 millones menos que el año pasado.