Nota realizada por Cristina Bavera – integrante del Colectivo Faro de la Memoria.
Llegamos a San Salvador de Jujuy el 14 de junio. Sabíamos de la lucha de lxs docentes y percibíamos que empezaba a crecer. Vimos muchas expresiones de apoyo, en todos lados.
El 15 comenzamos a subir por la Quebrada, con noticias de que una marcha bajaba desde el norte. En Tilcara supimos que descansaron ahí para seguir hasta la capital. Aunque no les vimos, al pararnos a conversar con lugareñxs todxs mencionaban la situación de lxs docentes, el desacuerdo con la reforma constitucional y la lucha que iba creciendo en fuerza y en contundencia. Ya estatales y Pueblos originarios se habían sumado.
Seguimos subiendo hasta Humahuaca y conocimos Iruya. Trabajadoras y trabajadores de cada lugar donde estuvimos manifestaron su postura a favor de la lucha por sus derechos: Milton, el guía del Museo Arqueológico que se iba al corte más tarde; la guía en el Pucará de Tilcara, que nos habló de sus ancestros y de un Pueblo Vivo; Anahí y Marisol, (en el hostel donde paramos), dijeron que lxs jujeños no iban a renunciar a la lucha; Anita, (que trabaja de camarera mientras estudia enfermería), explicando pacientemente a turistas que no entendían la medida y defendiendo su posición; el chofer del micro de Iruya, expresando con nosotrxs su apoyo en un corte; Inés, empleada de un café que nos animó a salir de Humahuaca antes de que todo empeore…
El lunes teníamos pasajes para volver hacia Salta, que no sirvieron. Decidimos iniciar la vuelta como se pudiera, junto a dos viajeros más. Así, en distintos medios (remís, colectivos locales, camioneta, micro) recorrimos cada tramo, entre cortes de ruta, hasta S. Salvador. Atravesamos 5 cortes, a pie siempre. Vimos ahí a muchas personas, hombres y mujeres de todas las edades, sosteniendo con firmeza y convicción la lucha por sus derechos. De manera pacífica, con frío extremo y al rayo del sol, con un esfuerzo enorme, pidiendo innecesarias disculpas (pordió!) a quienes les expresábamos nuestro apoyo en la ruta.
En cada corte, la misma sensación: algo muy fuerte está pasando en Jujuy, y no hay vuelta atrás.
Sus derechos, los de un Pueblo vivo, no pueden seguir siendo vulnerados. Escuchamos sus voces, vimos sus miradas, estrechamos manos y abrazamos su lucha. Están muy unidxs. Tal vez dándonos un ejemplo de comunidad organizada que debiéramos saber mirar.
Tinkunakama* y fuerza Jujuy!
(*hasta que nos volvamos a encontrar)