Nota realizada por Abuelas de Playa de Mayo.
Parece mentira que tengamos que comunicar la partida de la Abuela Sonia Torres, la Abuela de Córdoba, la de sonrisa amplia y pregunta persistente. Esa pregunta que los cómplices del terrorismo de Estado nunca le respondieron: dónde está el hijo de Silvina y Daniel.
Sonia comenzó la búsqueda de su hija Silvina Parodi y su yerno Daniel Orozco dos días después del golpe más sangriento de nuestra historia, cuando el terrorismo de Estado los desapareció. Silvina estaba embarazada de seis meses, así que, para junio de 1976, fecha probable de parto, Sonia sumó la búsqueda de su nieto. Como todas las Abuelas nunca bajó los brazos, recibió amenazas, sufrió un atentado, pero nada la intimidó para seguir reclamando justicia y saber del paradero de su nieto.
El juicio por los crímenes de La Perla, que juzgó a los responsables de la desaparición de Silvina y Daniel, le trajo la certeza del nacimiento del hijo de ambos: fue un varón y nació el 14 de junio de 1976 en la Maternidad Provincial de Córdoba.
“Yo no me voy a ir de acá hasta encontrar a mi nieto”, decía en cada ocasión, pero el cuerpo no resistió. Y la injusticia de los que callan le robó ese abrazo tan anhelado. Duele tanto su partida, que no quedan palabras. Solo prometer seguir trabajando con todo el compromiso y amor que nos legó, para encontrar a su nieto y contarle lo extraordinaria que fue su Abuela.
Esa mujer, que en tiempos de pandemia inició el trabajo de Archivo para guardar ella misma la historia de su propia búsqueda y la de la filial: 14 carpetas foliadas y prolijamente clasificadas para que su nieto sepa cuánto lo buscó. Sonia, hasta hace unas pocas semanas iba diariamente a la filial a trabajar por la búsqueda de su nieto y los nietos de todas sus compañeras. De lunes a viernes, de 9 a 16, esperando ver pasar por la puerta al que en algún momento resulte ser el hijo de Silvina y Daniel. Porque Sonia como decía este último tiempo se lleva “tatuado en su corazón la palabra Esperanza”.
A la sociedad le pedimos una vez más que rompa los pactos de silencio, no queremos despedir más Abuelas y familiares sin poder cerrar esta herida que es parte constitutiva de una generación que necesita saber de dónde vino para poder forjar su presente y soñar su futuro.
Abrazamos a sus familiares, a los compañeros y compañeras de la filial Córdoba y a todos los que formaron parte del mundo de la Choni, la Abuela que nos hizo creer que sería eternamente joven. Así te recordaremos. Hasta la victoria siempre querida Sonia, tu legado será imborrable.