Por Lara Franco.
Mientras suceden grandes despidos en el Estado y la inflación azota todos los bolsillos, hay una disputa por cambiar lo que se llamaba de una forma y ahora se nombra de otra. En un hecho que fue por demás provocativo, Adorni comunicó el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, que el Salón de las Mujeres de Casa Rosada, sea llamado ahora Salón de los Próceres, por decisión de Karina Milei, hoy el gobierno confirmó que también que se cambiará el nombre al Centro Cultural Kirchner.
Podremos estar a favor o en contra de un color político, pero lo que debemos exigir a quien asume el sillón de Rivadavia es, sobre todas las cosas, coherencia. Porque, al fin y al cabo, algunos hechos son meras cuestiones simbólicas como que un lugar se llame “Salón de las Mujeres”, pero otras son vitales: como es tener un trabajo, poder comprar lo que cada familia necesite o disfrutar de un momento en calma.
¿Y qué es la calma en medio de esta tempestad? Calma para mi podría ser no tener que revisar mes a mes lo que compro, lo que gano y lo que me alcanza. También podría ser escribir notas distendidas, para que la gente se enganche en cosas que no lee a diario, pero no. Las y los periodistas escribimos sobre despidos, crisis social e inflación, también, hacemos cálculos mes a mes sobre cuánto se debería cobrar un trabajo, si es que hay posibilidad de negociación.
Se prevé que el 31 de marzo ocurran diversos despidos y ante tal crisis, ¿Quién puede estar contento? ¿Se imaginan no tener certezas sobre si tu laburo continua o no el siguiente mes? ¿Creen que encontrarán trabajo rápidamente quienes estén desempleados en abril? ¿Tienen esas familias un colchón o un plan B ante los despidos? ¿Tienen hijos o hijas que sostener?
Hay muchas preguntas y pocas respuestas. Mientras tanto, las y los trabajadores se agrupan en asambleas, en abrazos solidarios y en charlas eternas, analizando qué rumbo tomar, mientras el suelo se mueve, la familia se alborota y el sueldo se achica.
Foto: Somos Télam