Por Juan Ignacio Lara – Ex Director nacional de deporte comunitario

Históricamente, los Juegos Nacionales Evita no solo fomentaron la competencia deportiva entre los jóvenes de todo el país, sino que también promovieron valores de compañerismo, superación personal e inclusión social. Estos juegos no son sólo una plataforma para el talento deportivo emergente, sino también un espacio donde se forjan sueños individuales y colectivos y se construye la identidad.

Con la decisión del gobierno de realizar un recorte drástico en el financiamiento, no alcanzó con reducir más de 40 disciplinas y pasar de más de 20 mil chicos a 7 mil, si no que fueron más lejos aún: el aporte nacional que pretenden hacer es de solo el 20% del total, generando que muchas provincias se vean obligadas a disminuir su participación o incluso a retirarse del evento por completo, como lo anunció recientemente el bloque patagónico. Esto afecta a miles de jóvenes deportistas que ven reducidas sus oportunidades de competir a nivel nacional, lo cual implica un fuerte retroceso en materia del derecho de acceso al deporte para todas las personas, y un fuerte daño a la estructura del desarrollo de las bases del deporte argentino.

Se suman las provincias que no participarán de los Juegos Evita

 

El impacto económico también es considerable, especialmente en la ciudad anfitriona como Mar del Plata. Durante años, este evento trajo consigo un flujo significativo de inversiones a nivel de infraestructura, hotelería, turismo y la infinidad de ramas que trabajan para el desarrollo de los juegos. La reducción afecta directamente a los ingresos de la ciudad porque es trabajo de marplatenses que ya no se realizará, en un momento crítico y necesario, pero no lo ven. Hay estudios realizados sobre inversión en eventos deportivos y a las ciudades les queda una rentabilidad de 4 cada 1 peso invertido.

Es crucial reconocer que los Juegos Nacionales Evita no son sólo una serie de competiciones deportivas, sino una plataforma que ha empoderado a más de un millón de jóvenes cada año, ofreciéndoles la oportunidad de destacarse en lo deportivo y lo personal. La desfinanciación actual no sólo pone en riesgo este legado de inclusión y desarrollo juvenil, sino que también socava los cimientos de una estructura deportiva nacional que tanto ha costado construir. No le preguntaron ni siquiera a la elite que ellos dicen representar, ya que sin bases no tenemos alto rendimiento, no le preguntaron a las federaciones deportivas nacionales si los juegos son importantes para ellas. Es difícil creer en un deporte de representación nacional a largo plazo si no se tiene criterio al desarrollar una política deportiva.

Es imperativo que las autoridades reconsideren esta medida y restauren el apoyo necesario para que los Juegos Nacionales Evita continúen siendo un faro de esperanza y oportunidad para la juventud argentina. No podemos permitir que los recortes presupuestarios menoscaben un programa que ha demostrado ser fundamental para el tejido social y económico de nuestro país. La inversión en los Juegos Nacionales Evita no es solo una inversión en el deporte, sino en el futuro de nuestra Nación.