Por Juanjo Lakonich – Docente universitario, psicólogo y novelista.

Era un hermoso mediodía de primavera, el sol asomaba empujando al calorcito. Mi hija tenía una actuación de baile en el teatro provincial Roberto J. Payró que está ubicado justamente arriba del emblemático Casino Central de Mar del Plata.

Luego de estacionar el auto, pasé por la plaza contigua, donde está la fuente de aguas danzantes. Recordé que hacía bastante tiempo que no veía los chorros de agua surcando la noche al son de la música, un atractivo más para los turistas que disfrutan meterse dentro de la histórica y eterna postal de la ciudad más visitada de la Argentina. Pero el agua en completo reposo lucía putrefacta, con bichos y basura que no dejaban espejar en su reflejo al edificio que diseñara el arquitecto Bustillo hace casi un siglo atrás. Y tomé la foto que acompaña esta nota.

También recordé que un año atrás había leído sobre la historia que hoy nos permite disfrutar de ese hermoso paisaje urbano, contada por el arquitecto Domingo “Toti” Barilaro. La fuente está dentro de la manzana designada como 115, y fue inaugurada con la llegada del nuevo milenio. Porque hace veinticinco años atrás la manzana tenía edificios y locales de los más diversos que impedían ver el conjunto de Casino/Hotel Provincial, a no ser que uno estuviera navegando o volando en un helicóptero.

En 1994, Toti era el presidente del Colegio de Arquitectos de la ciudad y la zona, e hizo uso de la entonces recientemente conformada Banca 25 del Concejo Deliberante, que aun hoy posibilita a cualquier vecino que la solicite exponer una queja o una propuesta. Ese día propuso demoler la manzana 115. En aquella sesión estaba presente el por entonces concejal radical Elio Aprile quien, al año siguiente ganaría la intendencia de la ciudad y comenzaría un ambicioso plan de obras que incluyó a la citada manzana.

Toti ha contado también que previamente, hubo un acuerdo con el gobernador peronista Eduardo Duhalde, quien expropió las casas, edificios y locales, y se la entregó al municipio para que la convirtiera en un espacio público, la llamada Plaza del Milenio. Y que luego de la demolición en horas de madrugada en el mes de junio de 1999 (que tuvo marchas en contra y el empleo de unos cuantos kilos de explosivos), se proyectó la fuente de aguas danzantes que se inauguró el 1 de enero del 2000 al son de la música que compuso Lito Vitale y con la coreografía de chorritos al aire que creó Juan Carlos Baglietto, llave inglesa en mano, ajustando personalmente los picos de agua.

Estamos hablando de una época cuando se dialogaba entre las jurisdicciones aunque fueran de distintos partidos políticos y no se confrontaba al divino botón. Y de cuando Mar del Plata tenía un proyecto de ciudad y no un plan de negocios, como ocurre ahora, cuando vemos que a propuesta del intendente Montenegro se siguen generando excepciones al código urbano de ordenamiento territorial, como el edificio de treinta y cinco pisos (veintiocho más de los permitidos) sobre la muy comercial calle Alem, con el entusiasta acompañamiento de la actual UCR. Cabe preguntarse acerca de lo que diría el Tano Aprile si reviviera.

Es muy común que en nuestra ciudad la “piqueta del progreso” reemplace las viejas casas de la oligarquía por grandes torres, que cual Babeles consagradas esta vez al Dios dinero, barren literalmente con el patrimonio arquitectónico de principios del siglo pasado. Pero en algunas ocasiones podemos encontrar iniciativas que no han ido por ese rumbo como la Plaza del Milenio y su hermosa fuente. Aunque lamentablemente cuentan que lleva más tres años sin lanzar agua al cielo y más de cinco años sin luces ni música.

La desidia en este caso, que permite la proliferación de mosquitos en épocas de dengue y otras enfermedades, desmiente la proclamada preocupación por el estado de La Rambla que hace poco manifestara el Intendente demandando a las autoridades de la provincia, quienes por su parte han anunciado el inicio de obras para su puesta en valor cuando concluya la próxima temporada veraniega.

Los marplatenses sabemos muy bien desde hace un buen tiempo, que los servicios públicos en los barrios de la ciudad Mar del Plata no mejoran. La novedad es que en las zonas turísticas, tampoco.