• Por Gustavo Casciotti – Economía Aquí & Ahora

Desde la intervención estatal en la fijación de paritarias hasta la amenaza presidencial de intervenir la provincia de Buenos Aires, pasando por la intromisión en el mercado cambiario, el término “intervenir” se ha convertido en una acción impropia de un gobierno que se dice liberal.

Si bien el 2024 arrojó una balanza comercial superavitaria de cerca de u$s 19.000 millones, se recibieron fondos por u$s 1.000 millones de bancos del exterior y el blanqueo de capitales aportó u$s 22.000, sólo en el primer tramo, los cuales el BCRA ha incorporado como reservas netas vía préstamos en moneda extranjera, el drenaje de divisas es permanente, impidiendo su acumulación.

Entre las principales fuentes de salida mencionaremos:

  • Pago de servicios de la deuda: u$s 4.500 millones a bonistas y u$s 619 millones al FMI por intereses, durante enero y febrero.
  • Presión importadora: con tipo de cambio atrasado, baja de aranceles y flexibilización para importar, los ingresos del exterior se multiplicaron, con la consecuente salida de divisas. Solo como ejemplo la importación de bienes de consumo se incrementó el 53 % en diciembre 2024 y el 47,5 % en enero, arrojando un magro superávit comercial de u$s 142 millones.
  • Turismo: la pérdida de competitividad cambiaria provocó un aumento de turistas argentinos en el exterior del orden del 73 % durante el año 2024, demandando la friolera de u$s 5.688 millones. Este año arrancó con una salida de U$S 1.339 millones sólo en enero. Si bien el 70 % de los gastos en dólares con tarjeta se abonan con fondos propios, implica una baja de reservas brutas vía la disminución de los encajes bancarios.

Pero no hay dudas que el principal responsable del avenamiento de divisas es la intervención en el mercado de dólares financieros.

En el 2024 se llevó puesto el superávit comercial ya que ascendió a u$s 21.743 millones y sólo en enero ascendió a u$s 984 millones. Bajo la absurda lógica “mileista” de bajar  la inflación retirando circulante, los pesos liquidados a los exportadores son luego aspirados, entregando a cambio los mismos dólares en el mercado financiero. Además de la intervención indirecta que implica el llamado dólar blend, que permite a los exportadores liquidar hasta un 20 % por el mercado financiero, que durante el 2024 ascendió a u$s 18.000 millones.

Estos mecanismos permiten sostener artificialmente la brecha cambiaria, a partir de la inyección continua de dólares que requiere financiación permanente. De allí la urgencia de contar con fondos frescos del FMI, pese a los intentos desesperados vía la baja de retenciones al sector agrícola y la locura de prestar dólares a no exportadores. De paso, el sostenimiento de un dólar planchado con tasas reales positivas sigue alentando la bicicleta financiera, ahora llamada “carry trade”, ya que luego de valorar los pesos a tasas crecientes (última licitación del Tesoro con aumentos del 10 % y 19 %) recomprarán dólares casi al mismo valor, generando exorbitantes utilidades dolarizadas.

En definitiva: es una cuestión de modelo.

Un modelo basado en la especulación financiera, ante el cual los sectores de la producción y el trabajo anteponemos otro, que concibe la generación de riqueza a partir de la agregación de valor, con impulso de la industria local, el mercado interno, el desarrollo del complejo científico-tecnológico y la defensa de la soberanía nacional.