Creciente movilización en las calles y gestos inequívocos de preocupación desde los púlpitos.
Dos señales que marcan un fuerte desafío para los planes del Gobierno, orientados a encauzar la situación económica con un ajuste del gasto público.
Desde la Iglesia llegaron esta semana muestras de cercanía con las principales organizaciones que lideran el rechazo a las negociaciones con el FMI y los recortes.
También hubo críticas abiertas a los tratos con el organismo financiero internacional, contactos privados expresando preocupación por posibles recortes sociales y un primer Tedeum marcado por la tensión con las autoridades religiosas.
Durante el acto, realizado ayer en la Catedral Metropolitana, hubo frialdad entre las autoridades religiosas y los funcionarios. Otros años, el presidente Mauricio Macri había dedicado tiempo a saludar a los representantes del arzobispado y las autoridades de otros cultos.
Ayer, concluida la ceremonia, no perdió más tiempo del que le demandó un breve saludo al arzobispo Mario Aurelio Poli y agitar su mano extendida desde las escalinatas.
También fue una novedad el fuertísimo operativo de seguridad que blindó la plaza y la ausencia de simpatizantes oficialistas. Los pocos que se acercaron debieron contentarse con saludar al vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, cuando se retiró por avenida de Mayo.
Parecía no haber ninguna expectativa sobre demostraciones de apoyo ciudadano y una profunda preocupación por eventuales actos de repudio cuando ya comenzaba la concentración de la marcha organizada por la Multisectorial en la 9 de Julio.
Mensajes.
En el Gobierno se esperaba que la homilía de Poli contuviera críticas más directas. Hubo, eso sí, dos referencias sutiles al cuadro económico que no pasaron desapercibidas.
El arzobispo de Buenos Aires eligió un pasaje bíblico que hace referencia a un recaudador romano para recordar que “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a los pobres no pasan inadvertidos frente a los ojos de Dios” y llamó también a “desconfiar de los logros instantáneos y recetas prometeicas”. Además, hizo una fuerte defensa de la postura de la Iglesia contraria a la despenalización del aborto.
Mucho más contundente fue el mensaje que dejó la audiencia del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, con los organizadores de la marcha de ayer. Pablo Moyano, Hugo Yasky, Pablo Micheli y Gustavo Vera llevaron sus preocupaciones, consiguieron una foto conjunta y fueron también invitados a la Semana Social de la Pastoral Social, que se realizará a partir del 22 de junio en Mar del Plata.
Dos días después, el obispo de Merlo-Moreno, Fernando Maletti, acompañó en el Congreso una audiencia pública por la Marcha Federal por Pan y Trabajo, una iniciativa de las organizaciones sociales conocidas como los “Cayetanos”, que lideran la CTEP, la CCC y Barrios de Pie. La marcha se desarrollará a partir del próximo lunes y concluirá con un gran acto frente al Congreso. Contará con la participación de párrocos y se organizarán misas en distintas localidades.
Otro fuerte mensaje llegó desde la diócesis que dirige el titular de Cáritas, el obispo de QuilmesCarlos José Tissera. Un comunicado del departamento de Justicia y Paz de la diócesis de Quilmes expresó “preocupación frente a un nuevo pedido al FMI, por parte del gobierno nacional, de “salvataje económico”.
Advirtió, además, que “lejos de cualquier celebración” no se puede “menos que advertir de lasconsecuencias de pobreza y exclusión de este exponencial endeudamiento”.
Contención.
Para el Gobierno hay un dato positivo en esta imbricada relación entre los principales focos de protesta y la Iglesia. Los obispos resaltan con cada uno de sus interlocutores la necesidad de encontrar cauces de diálogo y evitar que la protesta derivó en incidentes.
Ello se vio con toda claridad en diciembre pasado frente al Congreso.
Los movimientos sociales más cercanos a la Iglesia fueron los primeros en retirarse de la Plaza del Congreso cuando comenzaron los incidentes durante las protestas contra la reforma previsional. Como nunca antes, la Iglesia que habla, es la de Francisco.
El Papa argentino influyó fuertemente en la designación de las actuales autoridades de la CEA en noviembre pasado.
De hecho, la elección se llevó a cabo con la presencia del canciller pontificio, monseñor Paul Richard Gallagher.
La próxima semana, este funcionario vaticano recibirá al canciller argentino Jorge Faurie. Aún no se sabe si también verá a Francisco.
A la espera de su palabra, muchos funcionarios leen el mensaje de los obispos argentinos como una advertencia con aval pontificio.
Por Aurelio Tomás, Para Perfil