Con garra, genio y talento, el argentino Diego Schwartzman remontó este lunes dos sets en contra en octavos de final de Roland Garros al sudafricano Kevin Anderson, que en dos ocasiones dispuso de su servicio para clasificarse para cuartos, pero al final se estrelló contra el de Buenos Aires.
Para clasificarse por vez primera para los cuartos de final en Roland Garros, los segundos en un Grand Slam, el argentino se impuso por 1-6, 2-6, 7-5, 7-6(0) y 6-2 en 3 horas y 15 minutos.
Se medirá por un puesto en semifinales con el ganador del duelo entre el español Rafael Nadal, número uno del mundo y que busca su undécima Copa de los Mosqueteros, y el alemán Maximilan Marterer, 70 del ránking.
“De verdad no sé lo que ha pasado. No me lo esperaba en los dos primeros sets, no sabía cómo iba a poder ganarlo, creo que ha sido gracias al apoyo del público”, afirmó el tenista desde la pista, que abandonó escribiendo en la cámara de televisión: “¡Vamos carajo! Merci”.
Fue un partido de los que dejan huella en la memoria de los aficionados que acudieron a la pista Suzanne Lenglen, la segunda en importancia del circuito.
En poco más de una hora, el sudafricano, sexto favorito, se había adjudicado dos sets y todo parecía visto para sentencia. Aferrado a un demoledor servicio, descalabró al argentino que, hasta ese momento, no había perdido ningún parcial, el único octavofinalista junto a Rafa Nadal que llegaba en blanco.
Schwartzman penaba en la pista, se dirigía a su bancada donde espetaba a su entrenador, Juan Ignacio Chela “no puedo hacer nada”, síntoma de su impotencia y resumen de un partido a un solo sentido.
Nada hacía presagiar lo que iba a suceder. En el tercer set comenzó a mejorar su juego, le encontró las grietas al muro sudafricano, que fue perdiendo confianza en su saque. El gigante se quedó sin cimientos. Tenía pies de barro y Schwartzman comenzó a minar su juego.
Por vez primera Anderson dispuso de su servicio para ganar, con 5-4 y saque. Pero tembló su mejor arma y Schwarzman no. Se anotó cuatro seguidos el “Peque” para mantenerse con vida. Dos sets a uno y partido abierto.
Empezó con mal augurio el cuarto, con el saque perdido por parte del argentino, pero no fue más que un preludio de un set sin control.
Anderson ya no arrollaba y Schwartzman tenía armas para combatirlo. Con un “break” arriba volvió a tener su saque para ganar el partido, los primeros cuartos de un sudafricano en Roland Garros desde 1967.
Se le vino encima la historia. Lo entregó en blanco, volvió a dar vida a Schwartzman que no quería irse de París.
Forzó el juego de desempate el argentino y se lo anotó en blanco. El servicio de Anderson, dinamita en los dos primeros sets, era ahora pólvora mojada. La confianza había cambiado de bando.
El quinto fue de Schwartzman. Ni una vez se anotó su saque el sudafricano. Ya no había historia. El argentino no quería irse a cinco set como el año pasado contra Novak Djokovic. Cerró el partido con un punto directo de saque, una metáfora de una victoria lograda con las propias armas de su rival.