El Gobierno nacional, a través del Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y el Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunciaron ayer el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El organismo internacional de crédito otorgará por un plazo de 3 años, hasta 50 mil millones de dólares en diferentes cuotas.

Las autoridades, con los habituales eufemismos, destacaron que “el dinero se utilizará para respaldar las prioridades económicas del Gobierno, que incluyen fortalecer la economía de Argentina y proteger el nivel de vida del pueblo argentino”.

Sin embargo, a pesar de los anuncios optimistas, la sociedad argentina sabe que volver al FMI es volver a vivir una película que ya conocemos, que padecimos en carne propia el conjunto del pueblo argentino, la clase obrera, los y las trabajadoras, los sectores populares, comerciales y de pequeñas y medianas industrias del país.

Acordar con el FMI es firmar a un mecanismo de profundización de las políticas de ajuste, contra los que menos tienen y a favor de los sectores concentrados que monopolizan la riqueza.

Recurrir al FMI es mirarse en el espejo de Grecia, de Jordania, o de tantos países que han sido vapuleados por las políticas neoliberales, con permanente quita de derechos al conjunto de los trabajadores, desarticulando las organizaciones sociales e instrumentando iniciativas de absoluta precarización contra los derechos vigentes.

El FMI es sinónimo de explotación, de desocupación, de mayor pobreza, de supeditación a las políticas del Estados Unidos y del Banco Mundial. “Reducir el déficit” como pretende el FMI, significará un ajuste aún mayor al que venimos sufriendo en los últimos años. Es mayor recesión e inflación, menos inversión social, en infraestructura y obra pública, es menor generación de empleo, tarifazos más violentos y pérdida de poder adquisitivo para los sectores asalariados.

FMI es la reafirmación de la pérdida de soberanía y de la continuidad de la entrega del patrimonio nacional.

Volver al FMI es la certificación de que no habrá desarrollo industrial y es la convalidación del desarrollo de un modelo energético que seguirá haciendo centro en el extractivismo, con el fracking y las graves consecuencias que eso significa en términos de contaminación y de beneficio específico para grupos multinacionales como Chevron.

Desde la CTA Autónoma sostenemos que es necesario generar trabajo genuino y salir del proceso de reprimarización de la economía como modalidad de inserción en el mercado mundial a razón de salarios bajos y facilidades para atropellar derechos adquiridos. El modelo de país de negocios financieros y endeudamiento con el FMI es un modelo de mayor dependencia, donde los grandes especuladores financieros serán los únicos beneficiados y será el pueblo argentino, por varias generaciones, quienes deberán pagar las consecuencias sociales y económicas.