El Plan Proyecto Humanitario (PPH), acordado entre la Argentina y Gran Bretaña para identificar a los soldados argentinos “solo conocidos por Dios” en el cementerio de Darwin, permitió que 92 familias supieran con certeza dónde están enterrados los restos de sus seres queridos. Pero esa historia no terminó y ahora podría tener un nuevo capítulo, tras años de incertidumbre.

Una denuncia judicial apunta a que cinco tumbas que tienen lápidas con los nombres de 12 soldados no albergan los cuerpos de los combatientes mencionados allí.

Es una trama de errores, omisiones y explicaciones incompletas que se arrastra desde 2004. Hasta entonces esas tumbas no tenían ningún nombre. Pero cuando, ese año, se remodeló el cementerio, se cambiaron las viejas cruces de madera por otras nuevas, se agregaron las placas de granito negro y varios sepulcros antes anónimos aparecieron como si hubieran sido identificados.

Los nombres no figuraban en las cruces removidas ni en los listados que el gobierno británico había entregado a la Comisión de Familiares de Caídos en las Islas Malvinas en 1983, luego de la organización original del cementerio que había hecho el capitán británico Geoffrey Cardozo.

Familiares de tres de los soldados cuyos nombres aparecieron en las tumbas en 2004 dijeron que nunca les comunicaron la identificación.

Antes de ese año, cuando un deudo viajaba a las islas dejaba las flores en cualquier tumba anónima o en el cenotafio del cementerio. En algún viaje posterior a la remodelación, alguien vio los nombres, lo comentó y el rumor comenzó a correr. Así se enteraron.

Se trata de las familias de Héctor Walter Aguirre, Mario Ramón Luna y Luis Guillermo Sevilla. Los dos primeros eran oriundos de Santiago del Estero. El tercero, de Salta. Sus nombres están en una tumba colectiva (hay varias en el cementerio) designada C 1 10, junto a los restos del gendarme Ricardo Sánchez.