Noam Chomsky definió al ex mandatario brasileño como al preso político más importante del mundo
A días de las elecciones que serían vencidas por Lula si fuera candidato, el Supremo Tribunal Federal mantiene la prohibición del ingreso de la prensa a la cárcel. Bolsonaro y Haddad ocupan el primero y segundo lugar según los sondeos.
Deade Brasilia. Luego de visitar a Luiz Inácio Lula da Silva en Curitiba el intelectual norteamericano Noam Chomsky lo definió como el preso político más importante del mundo al que, además, se lo somete a una censura de carácter “fascista” que ni siquiera es aplicada a los jefes del narcotráfico arrestados en cárceles de máxima seguridad. A cinco días de las elecciones que serían vencidas por Lula si fuera candidato, el Supremo Tribunal Federal mantiene en pie la prohibición del ingreso de la prensa al calabozo donde está alojado desde el 7 de abril.
Chomsky, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el expremier italiano Massimo D´Alema y el ex jefe de gobierno de Ciudad de México Cuauhtémoc Cárdenas están en la lista de las recientes personalidades que lo visitaron en la Superintendencia de la Policía Federal curitibana.
En esa sede policial también estuvo el lunes el heredero político del líder petista Fernando Haddad, candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT).
Una encuesta de Ibope contratada por Globo – un dato a tener en cuenta al momento de analizar la calidad del material – indicó que el ultraderechista Jair Bolsonaro tiene el 31 por ciento, con un avance de 4 puntos en menos de una semana, contra el 21 del petista cuya intención de voto se mantuvo inalterada.
Ese sondeo y todos los publicados desde la semana pasada proyectan que Bolsonaro y Haddad disputarán el ballottage del 28 de octubre.
“Recientemente visité a Lula, el preso político más prominente en la actualidad, una persona de notable significado en la política global contemporánea” escribió el lingüista estadounidense al repasar su estancia en Curitiba. La ciudad sureña dominada por una elite blanca radicalmente antipetista, a la cual se la conoce con el mote de “República de Curitiba” desde que el juez Sergio Moro lanzó la causa Lava Jato.
Además de condenar a Lula a 12 años de reclusión a través de una sentencia excéntrica Moro divulgó el lunes la delación premiada del ex ministro de Hacienda Antonio Palocci, hombre importante del primer gabinete lulista formado en 2003. Las acusaciones del “arrepentido” Palocci, con las que busca reducir su pena, son genéricas y faltas de documentación que las respalde no obstante lo cual hoy merecieron artículos interminables en el diario O Globo y otros medios grandes.
Como se preveía Moro perpetró un “microgolpe” en el sprint final de la campaña con el propósito de averiar la candidatura de Haddad. La decisión del magistrado curitibano fue calificada como “política” por la dirección del PT y aplaudida por Bolsonaro, que tiempo atrás prometió nombrar a Moro en la Corte. Eufórico, a la vez que demacrado mientras continúa en reposo, Bolsonaro dijo que si llega a la Presidencia va a acabar con la “petralla”, término despectivo con que los neofascistas aluden a la gente del PT.
En opinión de Chomsky la sentencia de Moro basada en “delaciones premiadas (..) fue totalmente desproporcionada respecto del crimen alegado” contra Lula, un “prisionero que está solo en una celda y con visitas limitadas a una vez por semana”.
Con el jefe petista “impedido de participar en las elecciones hay una buena chance de que venza Bolsonaro (..) un autoritario grosero y bruto, un admirador de la dictadura”, continúa Chomsky en el artículo reproducido por el sitio The Intercept.
Pero aún confinado sigue siendo un personaje que intimida a las elites. “Para la estructura de poder tenerlo en prisión no es suficiente ” también hay que garantizar que su palabra no pueda llegar al público”.
Chomsky le dedicó un párrafo al juez de la Corte (Luiz Fux) que impidió el ingreso de periodistas a la Supremintendencia para realizar el primer reportaje al recluso. A quien comparó con el fiscal “del gobierno fascista” italiano que en 1926 condeno a Antonio Gramsci alegando que era necesario “impedir que su cerebro no trabaje por 20 años”.
DPignotti-p12