Mientras los medios de

difusión se encargan durante todo el día de mantener a la opinión pública entretenida con las mismas noticias, todas ellas vinculadas al incremento del malestar social y ninguna con la situación coyuntural, la administración del Estado a cargo de la oligarquía sigue avanzando en el plan de saqueo de nuestros recursos y riquezas. Esta vez, otra vez, haciéndonos pagar más por tener los mismos servicios e incluso peores servicios.

Como si hubieran sido insuficientes los aumentos de todas las tarifas a lo largo de estos tres años, con especial brutalidad en este que está terminando, ya está anunciado un nuevo aumento en los primeros días del 2019, porque para someternos definitivamente necesitan despojarnos de nuestra dignidad, y quien trabaja sólo para pagar no es un trabajador, es un esclavo. Pero para justificar este descalabro que han hecho y siguen profundizando, la mentira que han instalado es el de que “pagando más, se invierte más en la matriz energética”. Falso. Y vamos a entender por qué.

Antes que nada, hay que entender quiénes son los beneficiarios de los aumentos de las tarifas: las empresas concesionarias. Y hay que entenderlo en los términos correctos. Ninguna de las empresas que nos cobran por los servicios que tenemos son productoras de los mismos. Es decir, lo que nos cobran es la distribución de un servicio generado por otros. ¿Y quiénes son esos “otros”? Las empresas del Estado nacional. ¿Y quién les paga a estas empresas estatales por la extracción de los recursos energéticos? El pueblo argentino, claro está, porque es a través de la recaudación impositiva que el Estado se abastece de recursos económicos para redistribuirlos luego en lo que generamos de manera autónoma.

Entonces, repasemos: si nosotros, los ciudadanos, pagamos al Estado nacional para que extraiga recursos de nuestro territorio que son los que nos abastecen de los servicios básicos (electricidad, agua, gas, combustibles) y después pagamos nuevamente por recibir esos servicios que son suministrados por empresas privadas que los distribuyen, ¿cuál es la relación entre lo que pagamos y lo que se invierte? Bueno, ninguna. Las empresas privadas no han invertido para mejorar los servicios que nos cobran cada día más caros. “Pero cambiaron el tendido eléctrico, pusieron lámparas LED y modernizaron los transformadores y medidores”, pensarán muchos. Sí, claro, eso sucedió, pero no fueron las empresas las que invirtieron en ello, sino el mismo Estado nacional que las provee de los insumos, porque es potestad del gobierno el desarrollar la infraestructura de todo aquello que la constitución nos garantiza a los ciudadanos de este país.

Por lo tanto, lo que vemos como “inversión” no es más que lo que está contemplado y pagado con nuestros impuestos y, sin embargo, cada vez que hay un aumento en las tarifas nos vuelven a decir que ese dinero que estamos pagando extra es para, justamente, invertir en aquello en lo que ya habíamos invertido. ¿Y dónde va la plata que pagamos en las tarifas? Va a los capitales privados que se siguen enriqueciendo a costa del empobrecimiento de los trabajadores, ya que si vemos cuáles son los grupos empresarios que administran las empresas que debieran ser estatales, encontramos (como de costumbre cuando hablamos de la oligarquía) que todos ellos son amigos o cercanos a la familia presidencial y/o ministerial.

Pero vamos a ser más gráficos aún, por si quedan dudas de que lo planteado sea posible. Los servicios, desde que Macri asumió, han aumentado hasta un 1300%, con especial incremento en electricidad y gas. Estos dos son producidos por centrales que el gobierno nacional-popular construyó a tales fines (centrales energéticas, yacimientos petrolíferos) y cuyo capital de inversión provino del mismo Estado nacional al que todos contribuimos mediante el pago de impuestos. En otras palabras, las centrales que hoy producen la energía que consumimos las pagamos nosotros. Ahí podemos ver la relación entre los impuestos y la inversión en la matriz energética, mientras pagábamos por los servicios de distribución tarifas bajísimas, subsidiadas por el Estado nacional por esta relación simple: las distribuidoras sólo tienen que distribuir y cobrar un precio justo por ello, porque los recursos de los cuales se abastece son provistos por todos nosotros a través del Estado.

Pero desde que la administración pasó a manos de los empresarios cipayos, no sólo no se ha construido ni una sola central eléctrica, sino que para colmo han cerrado una central ya terminada y operativa como lo era Atucha III. Una central nuclear que nos hubiera brindado aún mayor capacidad de producción energética, además de empleo para muchos argentinos, fue desarticulada por el empresariado. Entonces, todo el dinero que las empresas de distribución han ganado y siguen ganando a costa de la pérdida progresiva de nuestro poder adquisitivo ha sido eso, ganancia para las empresas y cero inversión para el pueblo trabajador. Todo lo que ocurre bajo esta administración es negocio, desde los familiares de Peña Braun que fabrican las lamparitas LED que luego el Estado (nosotros) le paga para colocar en nuestras calles, hasta los recursos extraídos de nuestro suelo que se venden al exterior a la mitad del precio del que nos lo cobran a nosotros, todos son negocios llevados a cabo usando las instituciones gubernamentales para hacer de manera legal lo que en los hechos es un robo y una estafa.

Debemos entender estas cuestiones de una vez y para siempre, porque resulta insostenible e insoportable el haber perdido tantos derechos en tan poco tiempo y creer, a pesar de ello, que es la parte que nos toca. No, de ninguna manera. El modelo de país en el que los ricos son cada vez más ricos a costa de que los pobres sean cada vez más pobres se debe terminar para siempre. Por eso impera el formarnos, informarnos y organizarnos en torno al modelo que supo incluirnos de verdad y que aún es posible de realizarse, porque la Argentina que Perón y Eva Perón pensaron para la posteridad y que Néstor y Cristina pudieron edificar es nuestro patrimonio y nuestra bandera, y estamos a tiempo de hacerla de verdad. Depende de nosotros, solo de nosotros.

MARCO ANTONIO LEIVA
IDENTIDAD PERONISTA
MAR DEL PLATA