De acuerdo con el diario InfoBAE, la revista Forbes
publicó en las últimas horas la lista de los 50 argentinos con mayor fortuna, es decir, de los más ricos del país.
Y ya sin entrar a detallar la biografía de cada de uno de los personajes que componen dicha lista, el lector avezado puede ver allí lo mucho que hay de continuidad histórica en lo que atañe a las últimas cinco décadas.
En otras palabras, no es difícil ver en esa lista los resultados de la enorme concentración de la riqueza propiciada por el neoliberalismo aplicado de manera brutal desde 1976 en adelante y cómo los mayores beneficiados por esa concentración fueron justamente los mismos ricos de siempre, que están cada vez más ricos.
En algunos casos, el escándalo es evidente: buena parte de los apellidos en la lista de Forbes tiene el origen de su fortuna en la última dictadura cívico-militar-mediática, que gobernó de facto en nuestro país entre 1976 y 1983 y también tiene íntimos vínculos con el actual gobierno, que se quiere una reedición de aquella etapa tan oscura, pero sin botas. Más allá de los inefables Rocca, Bulgheroni y Pérez Companc, que encabezan hace mucho la lista, el análisis de los nombres que les siguen dicen mucho acerca de quienes nos gobiernan en la actualidad.
En la mayoría de los casos, el origen de esas fortunas no está en la actividad productiva, sino en la especulación financiera. Pero también están los que se enriquecieron mediante turbios negocios con el Estado nacional durante la dictadura, entre los que el más famoso es precisamente el que hoy oficia de cabecilla en la espantosa puesta en escena que es el gobierno de los ricos: Mauricio Macri. Para InfoBAE —fiel vocero de los intereses de esas familias—, la fortuna de los Macri se hizo “al calor de la obra pública primero y de la industria automotriz después”, lo que debe traducirse al buen castellano como patria contratista y contrabando de autopartes. He allí el origen de fortuna de nuestro presidente, que jamás se priva de ponderar el valor de la “meritocracia”, aunque claramente nació en una cuna dorada hecha a base de sobrefacturación y evasión de impuestos.
Acompañan a los Macri en la lista los Nicolás Caputo y los Marcos Mindlin, gente muy cercana al presidente y que, de seguir los tarifazos en energía y el reparto de obra pública como están, posiblemente vengan a encabezar todas las listas de los más ricos en el futuro. Mindlin, por cierto, tiene gran parte de su fortuna ya legitimada en negocios energéticos que incluyen la famosa Petrolera Pampa y Edenor, que hoy son la auténtica gallina de los huevos de oro gracias a los aumentos en las tarifas de electricidad y gas que hacen subir las acciones de esas empresas hasta las nubes. Por su parte, los Caputo la tienen un poco más difícil en eso de legitimar el dinero: al igual que los Macri en sus comienzos, Caputo es sinónimo de patria contratista y uno de los más beneficiados por el actual gobierno con el dinero de todo el pueblo. En resumen, entre los dos, es Caputo quien da mejor la talla de delincuente común.
Por encima de todos estos —tratándose, por supuesto, de dinero declarado y conocido; no cuentan las offshore— están los Blaquier, colaboradores directos de la dictadura de 1976 incluso en cuestiones operativas como la realización de apagones para el secuestro y la desaparición de personas. Blaquier es el oligarca argentino por antonomasia, con todo lo que eso representa históricamente, y luce orgulloso en la lista de Forbes, una revista que no se pregunta cómo hicieron sus fortunas los ricos que hoy son los más ricos.
Aún más arriba en la lista empezamos a adivinar el poder real, que es ese poder con capacidad de manipular el sistema en su beneficio. Ocupan lugares de privilegio en la lista de Forbes están Héctor Magnetto, por una parte, y los “hijos póstumos” de Noble, herederos del Grupo Clarín, Felipe y Marcela.
He aquí quienes realmente cortan el jamón, en un sentido estricto, y cuyas fortunas tienen un origen aún más oscuro: la mesa de torturas sobre la que obtuvieron la propiedad de Papel Prensa durante el Proceso. A partir de esa apropiación indebida, tanto la viuda de Noble como Héctor Magnetto empezaron a gestar el monstruo que hoy es el Grupo Clarín, dueño y señor de la palabra en toda la Argentina. Y todos tienen, como es de público conocimiento, las manos manchadas en sangre.
Y para finalizar, por encima de todos estos, los Braun, una familia que según InfoBAE “reúne tradición y patrimonio”. Dueños del Grupo La Anónima, entre muchas otras empresas y chanchullos variopintos, los Braun son famosos por especular con artículos de primera necesidad en la Patagonia cada vez que la situación lo requiere. Así, en cada catástrofe natural, esta familia plena de tradición y patrimonio no duda en remarcar el precio del agua y de los alimentos en 300% y más, aprovechando esa increíble demanda que suele generarse a partir de las impostergables necesidades humanas. A esta familia pertenece el actual todopoderoso del gobierno de los ricos, el jefe de Gabinete Marcos Peña, que también es Braun y tampoco deja títere con cabeza.
Como se ve, son siempre los mismos al comienzo y al final del cuento, los mismos en ambos lados del mostrador y del lado torturador en la mesa de torturas. Los mismos del lado personero cipayo en el remate de un país en las mesas de la especulación financiera trasnacional y apátrida.
Los mismos a la hora de afirmar que los kirchneristas/peronistas “se robaron todo”, sin poder probarlo y mucho menos explicar un solo centavo de los miles de millones de dólares que tienen encanutados ellos mismos. Ya es hora de que el pueblo argentino analice la lista de Forbes y se pregunte quienes realmente se robaron todo en este país. Ellos están cada vez más ricos, mientras el pueblo argentino no puede prender la estufa en invierno.
Marco Antonio Leiva – Identidad Peronista