El Colegio de Arquitectos abogó una vez más por la necesidad de lograr una visión sustentable y equitativa de la ciudad, a través de un proceso de gestión colectiva y en tal sentido, hizo hincapié en el uso del espacio costero, que revea el porcentaje destinado al alquiler de espacios de sombra, que debería ser móvil y a requerimiento. En definitiva, un cambio de paradigma que beneficiaría a quienes habitan la ciudad todo el año.
La Mesa Directiva y el Instituto del Hábitat y el Territorio del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires Distrito 9 en un comunicado, tras aseverar que la pandemia y posterior crisis por ella generada, dejó al desnudo “una ciudad que normaliza la desigualdad”, dice en relación a las playas, que “para que sea viable un uso saludable y sin hacinamiento, hay que recurrir en parte al porcentaje que se encuentra destinado al alquiler de espacios de sombra, dado que la escasa porción de arena destinada al uso público, no llega a absorber el alto porcentaje de turistas cada temporada”.
Una situación que no se acaba con la finalización del período estival, ya que las estructuras de las carpas quedan armadas durante todo el invierno, “negando el paisaje natural que turistas y locales desean aprovechar todo el año”.
“Una investigación del CONICET, realizada sobre 2.600 residentes encuestados de Mar del Plata, da como resultado que el uso, la disponibilidad y la relación espacio público / concesionado, es considerada “una preocupación” ya que los usuarios manifiestan observar “un continuo exceso de la ocupación concesionada sobre el espacio de la playa pública y además sin un libre acceso a dicho espacio””. Nada menos que el 50% de los encuestados consideró que debería reducirse la superficie ocupada por las concesiones
Paradójicamente, según datos del EMTUR respecto del alquiler de servicios de sombra en 2018, se estima que el 10.7% del turismo alquiló sombrilla, y el 6% escogió carpa mientras que el 83,3 % restante no alquiló ningún servicio. “Es notable como una actividad que genera tan pocos recursos dentro de la industria turística, haga un uso intensivo y restrictivo del capital natural y más valioso de Mar del Plata”, reflexionan luego.
Tras recordar que el protocolo sanitario presentado en el municipio previo a la primera temporada de pandemia, además de ser consensuado solamente entre referentes del sector administrador de esa actividad, “no dio respuestas al uso de las playas como bien común público”, afirman que desde el Colegio de Arquitectos en respuesta a esta propuesta, “expresamos la necesidad de generar un modelo alternativo de uso; que contemple a toda la sociedad, incorporando la adaptabilidad y la flexibilidad, con espacios multifuncionales que den respuesta a necesidades cambiantes, con el reemplazo de la oferta de sombra fija por un sistema móvil y a requerimiento”. Se tomó este escenario coyuntural como una oportunidad para promover un cambio de paradigma superador del anterior modelo, en el que el derecho y la salud de las personas estén en el centro del diseño y la planificación”.
“Desde nuestra institución celebramos las declaraciones vertidas por el presidente del Emtur, en ocasión de su exposición ante la Comisión de Hacienda, donde fijó la postura de tender hacia un modelo de sombra móvil. Un esquema de estas características es mucho más acorde con la dinámica costera que el actual modelo de explotación, como el mismo funcionario explicó utilizando los mismos ejemplos que nosotros venimos invocando desde hace casi dos años. Será de esperar que estas declaraciones se vayan tornando en realidad, como así también que en los próximos días se vayan liberando los accesos que hoy todavía se encuentran obstruidos a pesar de la finalización de la reciente temporada estival”, apuntan.
En el mismo sentido, el Colegio aportó una serie de normativas vigentes que, de cumplimentarse, sumarían en la resolución del uso de las playas públicas. En tal sentido, remarcaron que el derecho a las mismas como bien común público, queda garantizado por el código civil.
También, que debe actualizarse la línea de ribera, que demarca los porcentajes que diferencian el espacio público del privado. “Esta línea es móvil, afectada por el régimen erosivo de las mareas… si tuviéramos en cuenta la actualización de este límite, los espacios de sombra deberían retirarse hasta liberar el espacio público en las playas”, afirman.
Asimismo, hacen mención de varias ordenanzas: la Ordenanza Municipal 21.090, que establece el régimen obligatorio de servidumbre de paso de uso público, para asegurar el libre acceso a las playas entre Punta Cantera y Acantilados; la numero 25.052 sobre “Transparencia Activa” en vigencia desde marzo 2021¸ impulsada por MAR entre otras organizaciones de la sociedad, que impone al Emtur difundir íntegramente los detalles de las concesiones en las playas de Mar del Plata. Esta sigue sin cumplirse “y sólo publican datos básicos de las concesiones vigentes”, afirman.
Y la Ordenanza 22.233 de 2015, donde se detalla que los balnearios concesionados deben adaptar su infraestructura y servicios a los lineamientos de accesibilidad, condición que “no se cumple en la mayoría de las concesiones”.
“La accesibilidad Universal es contemplada en leyes Nacionales, Provinciales y Ordenanzas Municipales como requerimiento fundamental para habitar este espacio, entendiendo que NO existe lo público si no es accesible para todas las personas”, recuerdan.
“En Mar del Plata el lugar público fundamental, consustanciado con nuestro estilo de vida, el lugar del encuentro y disfrute, escenario de la práctica de los deportes emblemáticos, el lugar que explica las razones originarias de la conformación de nuestra ciudad, y nos da las claves de nuestra identidad es sin dudas; el espacio costero”, concluye el Colegio, lamentando que “paradójicamente año tras año asistimos en carácter de observadores a su privatización, el lugar que hasta hace días se disfrutaba libremente se cierra con vallados, se torna inaccesible y se cubre de carpas.
“La impronta privatista absolutamente determinante en la conformación del espacio playero refleja una concepción de la costa e incluso de otros lugares públicos emblemáticos de la ciudad, no como espacios de uso destinados al disfrute de la población sino como una mercancía, una plataforma para hacer negocios, reafirmando una concepción mercantilista en los flujos de toma de decisiones”.
Finalmente, considerando “el largo camino que queda por recorrer para revertir la atrofia de nuestros lugares públicos”, el Colegio reafirma la necesidad de “encaminarnos seriamente y de una vez por todas hacia una visión más sustentable y equitativa de la ciudad, concibiendo su gestión como un proceso eminentemente colectivo”.