Se aproxima un nuevo aumento de transporte púbico de pasajeros en Mar del Plata. Como para no perder la costumbre, los distintos Gobiernos Municipales descargan sobre los bolsillos de los trabajadores la puja entre la ganancia del empresariado local y lo que debería ser un servicio accesible al conjunto de los usuarios.
La particularidad de lo que está en juego es que el año que viene se vence la concesión del servicio a empresarios que tienen como objetivo favorecerse con el derecho a trasladarse de la población. Sin embargo, nadie habla de la necesidad de que el transporte sea realmente público, es decir, que no exista una ganancia extraordinaria para un puñado de patrones y que el sistema de transporte este pensado en función de las necesidades populares.
Por el contrario, el Consejo Deliberante aumenta dos veces al año la tarifa plana acorde a las presiones empresarias, que no escatima en utilizar a la burocracia patotera de la UTA para realizar el trabajo sucio. A su vez, subsidia por millones de pesos el combustible garantizando un negocio redondo del que las únicas víctimas son los pasajeros.
En los próximos días intentaran llevar el boleto a $11,45. El problema no es cuanto representa este monto en comparación con otros gastos ordinarios, como nos quieren hacer creer. La cuestión radica en que se trata de una suba del 45% interanual, es decir, que la tarifa plana en 2017 era de $7,97.
De concretarse este aumento significaría el más importante –en términos comparativos- de las últimas décadas, acompañando la inflación galopante y la devaluación que se convirtieron en moneda corriente en el país. La particularidad de la ciudad de Mar del Plata radica en el contexto socio económico que la ubica como la región con mayores niveles de desocupación y sub ocupación, siendo más preocupante la situación de jóvenes de entre 18 y 25 años, y entre ellos las mujeres.
En este cuadro de situación se abren dos perspectivas para el conjunto de los trabajadores. Por una parte, y la más inmediata, frenar en la calle este nuevo aumento que significa un saqueo al bolsillo de las mayorías y por otro lado, discutir en espacios de base abiertos y verdaderamente representativos que tipo de servicio de transporte necesitamos para nuestra ciudad.
Sin dudas debe ser uno que no esté regido por el lucro de un puñado de individuos, sino en manos de los trabajadores. Que este bajo la órbita del Estado para que los subsidios tengan como objetivo reducir la tarifa al costo, mejorar substancialmente el salario de los choferes y sus condiciones laborales y lograr más frecuencias y recorridos en base a las necesidades de los usuarios.
El Intendente de la ciudad y los concejales demuestran nuevamente que son un mero apéndice del poder empresarial que gobierna Mar del Plata. Lo hacen aplicando el ajuste que está dejando a masas enteras de la población por debajo de la línea de pobreza. Queda claro que la única salida está en manos de los trabajadores.
Por Gonzalo Peruzzaro-Para MDPya