Vivimos un presente donde la acción colectiva y voluntaria se hace imprescindible para atravesar la crisis económica, social y ambiental producto del modelo depredador que supimos construir. Sin embargo, existen alternativas y crece exponencialmente una generación que se pone lentes verdes para mirar la realidad. En este artículo se cuenta sobre un proyecto de construcción natural en Mar del Plata.
Cuarenta kilómetros de costa mirando la inmensidad del océano atlántico es un atractivo turístico para quienes habitan el suelo nacional y debería serlo también para cualquier ciudadano del mundo. Mar del plata es de las más elegidas para pasar días de playa durante la temporada de verano, también para quienes practican deportes acuáticos o incluso aquellos que elijen la tranquilidad de la sierra.
El circuito de quintas y canteras no es por lo que se reconoce a “La Feliz”, sin embargo, es un paseo que permite conocer aspectos geográficos y económicos muchas veces ignorados de la zona rural de la gran Mar del Plata. El cordón frutihortícola que rodea la ciudad es importante en extensión y un eslabón en la cadena comercial. Se cultivan y cosechan las más variadas verduras y hortalizas y es fuente de trabajo de un relegado sector económico.
Por otro lado, las canteras de Batán complementan el paisaje verde de quintas, aportando el contraste de las rocosas formaciones del macizo de Tandilia. La piedra que se extrae en esta zona es la Cuarcita, también conocida como Piedra Mar del Plata, con la que se hicieron las escolleras y cientos de fachadas de casas características de la ciudad.
Es en esta zona donde se levanta un proyecto voluntario que tiene a los materiales nobles como protagonistas, a la solidaridad como eje y a la sostenibilidad y diseño aplicados como pilares para entender el mundo y habitarlo.
SÁBADOS DE ECONSTRUYE
“La agricultura natural no es simplemente una cuestión técnica. Es un problema que concierne a la economía, la política y las formas de pensar y vivir de las personas. La clave para cambiar todo de una vez reside en la filosofía. A menos que todo cambie, nada cambia”. Masanobu Fukoka
Trabajar de forma conjunta, organizada y cooperativa es el camino para crear un mejor lugar donde vivir y desarrollarse, no sólo para las generaciones que vendrán sino y sobre todo para las actuales. Lo que conocimos y llamamos “progreso” viene mostrando la hilacha hace rato.
Mientras la riqueza se concentra cada vez más, la contracara queda demostrada en los índices de pobreza, desempleo y crisis de los sistemas públicos a nivel mundial. Convencida de que este presente, sin dudas distópico, es un escenario interesante para pensar a qué normalidad queremos volver pos pandemia.
Ante este escenario de crisis económica, sumado al avance del cambio climático y la crisis por el agua, empieza a hacerse fuerte –y necesaria- la idea de la sostenibilidad. Los ejemplos sobre propuestas y alternativas a la vida empaquetada que ofrece el supermercado son cada vez más y de lo más variadas.
En Mar del Plata, la Fundación Ciudad Inclusiva promueve la construcción de una vivienda sustentable y ecológica. En ella vivirán Juan Gabriel, su compañera Ana y su hijo. ¿Cómo se lleva adelante? Bajo la dirección de una arquitecta, la gestión de la fundación y la mano de obra de un equipo de voluntarios y voluntarias que se lleva como premio aprender a bioconstruir.
Nadia Rossi se recibió de arquitecta en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y se capacitó en Bioconstrucción con diversos profesionales afianzando cada uno de los conocimientos adquiridos en la construcción de su propia casa. Creó el estudio Arquitectura Consciente y el proyecto en Estación Chapadmalal lleva su nombre y su guía, cada sábado.
El proyecto está avalado por la Secretaría de Extensión de la UNMDP y fue acompañado por trabajadoras sociales en el proceso de selección de la familia beneficiada. La Fundación Ciudad Inclusiva gestionó los materiales y más de una institución colaboró: Edea donó los postes para levantar la casa, la pesquera Ártico aportó los palets que son las paredes, la cantera Yarabí donó la piedra y la arcilla con la que se prepara el material y el corralón El Lucitano hizo lo mismo con otros insumos necesarios.
Los voluntarios y voluntarias nos acercamos atraídos por la propuesta y muchos con el sueño de la casa propia, levantada con las manos, cuidando y respetando el ambiente en donde se emplace, pensando en el diseño y las técnicas más adecuadas, ecológica y económicamente.
QUINCHA QUE TE QUIERO QUINCHA
El diseño de la casa de Juan Gabriel se estructura en base a palets de madera reciclados, rellenados con quincha. Se trata de un sistema constructivo tradicional de Sudamérica y consiste principalmente en una mezcla de arcilla y paja.
Para quienes tuvimos la posibilidad de viajar por el continente notamos que se trata de una técnica ancestral de construcción. De hecho la palabra “quincha” viene del quechua y significa “pared, muro, cerco, cerramiento”. Pueden variar dependiendo la zona algunos materiales pero el común denominador es que se trata de materiales de fácil acceso implementados en una sencilla técnica, pensada para soportar las inclemencias de la meteorología.
Antisísmica, térmica, aislante: las propiedades de los materiales son perfectos para construir y años de historia lo demuestran. El margen occidental de América del Sur es una de las regiones más activas en relación a sismos en el mundo. Por ejemplo en Perú los movimientos de la tierra se sienten frecuentemente y allí la quincha se utiliza desde tiempos prehispánicos y muchas de esas construcciones aun están en pie.
El progreso tildó a este sistema de “antiguo”, “pobre”, “rural” y parece que lo escucho a mi papá decir que acarrea “el mal de chagas, las vinchucas y que te crecen los pastos adentro de la casa”. En fin, hoy se recupera esta técnica y enriquecida con diseño se logran acabados estéticos y prolijos. Lejos de caer en el olvido, parece volver para indicarnos que el futuro viene por aquí.
Además de su particular fortaleza, resulta económico y rápido, sábado a sábado se avanza velozmente y las paredes de la vivienda se alzan y cierran. Maleable y versátil, es perfecto para generar la participación comunitaria. La accesibilidad de los materiales permite que sea un placer la actividad de construir y no un trabajo pesado.
Para quienes elijen estas técnicas para construir su propia casa es un mérito sentirse capataz de la obra, tomar las decisiones, elegir de manera horizontal y apropiarse de las formas de una tecnología de bajo costo, segura y saludable.
REDESCUBRIENDO LA BIOCONSTRUCCIÓN. LAS CHICAS TAMBIÉN PODEMOS
No hablamos de un fenómeno nuevo, la construcción natural está siendo redescubierta, adaptada, mejorada y apropiada y en ese marco, las mujeres nos sentimos incluidas. El ejemplo en el proyecto de Ciudad Inclusiva así lo demuestra: somos unas cuantas las voluntarias del equipo, de hecho, la mayoría.
Las tareas no tienen género, eso lo trabajamos como sociedad en múltiples aspectos, entendiendo que la desigualdad en este sentido es la más extendida y profunda de todas las brechas sociales. La construcción fue durante años un espacio de hombres, ver entonces a un puñado de chicas, desde la dirección a la mano de obra, llevando las riendas del proyecto, merece reconocimiento.
Somos la generación capaz de deconstruirlo todo desde el lenguaje hasta los hábitos de consumo. Las distintas técnicas que reúne el concepto de bioconstrucción permiten corrernos del concepto de “rancho de barro” y asociar la construcción natural a técnicas innovadoras, ecológicas y modernas.
Paredes que se estructuran en base a neumáticos compactados, palets, botellas rellenas con residuos plásticos, botellas de vidrio que son bellos detalles decorativos y lumínicos, estufas rocket, tratamiento de aguas residuales, techos vivos.. las opciones que se suman al adobe y a la quincha son múltiples y hacen de este sistema de construcción uno posible para todos y todas.
Materiales económicamente accesibles, simplicidad en la técnica y una implementación comunitaria son los ejes de una filosofía que se expande y atraviesa clases sociales, ámbitos profesionales y toca la puerta de los sectores políticos, pidiendo mayor legislación incluso hacia adentro de las grandes ciudades. Semillas que se siembran y cuyos frutos serán el cambio. ¿Falta mucho para la primavera?
Fuente:
– Salirdelacolmena.com