El relevamiento aseguró que el 14,9%  de entre quienes poseen 2 y 17 años, unos 1,6 millones, no realiza al menos una de las cuatro comidas diarias. De esta forma,  la última alimentación del día es la que más suele ser salteada ya que el 7% no la ingiere.

El informe, denominado “Infancias. Progresos y retrocesos en clave de desigualdad”, además afirmó que el 37% de los pequeños, alrededor de 4,1 millones, recibió una alimentación con déficit de al menos un nutriente esencial en 2018. Esto implica un aumento de 6,6% con respecto al año anterior, cuando esta problemática afectaba a sólo el 30,4% de los chicos.

Asimismo, señaló que “de 2017 a 2018, casi 900 mil chicos más tienen déficit de al menos un nutriente”. Entonces, el 14,5% registró carencias de carne, pollo y pescado; el 22,6% de fruta; el 20,7% de verduras y el 9,9% de lácteos.

La falta de nutrientes y de alguna comida diaria es más frecuente en niños de 10 a 17 años, de familias extensas, que viven en hogares monoparentales, que pertenecen al estrato “trabajador marginal” y al nivel socioeconómico “muy bajo”.

El sector que pertenece al estrato socioeconómico “muy bajo” tiene 13 veces más chances de no cubrir sus necesidades alimentarias que los que pertenecen al sector “medio alto” y esa brecha sufrió un incremento respecto a 2017, cuando era de 11,4 veces.