Por Sol de la Torre, Presidenta de la Comisión de Políticas del HCD.

El movimiento feminista, de mujeres e identidades diversas viene desplegando desde hace años una fuerte impronta de lucha callejera en pos de garantizarnos todos nuestros derechos, pero principalmente -y valga la paradoja- el derecho a vivir.

Este movimiento, que caracteriza al siglo XXI y que visibiliza las vidas y los cuerpos que el patriarcado desprecia, no sólo está diputando sentido en las calles, sino que está transformando las institucionalidades, a partir de ocupar espacios que -históricamente- nos fueron negados y reservados a los varones.

La ley de Voto Femenino, la de Cupo del 30% y la reciente sanción de la ley de Paridad de Género son herramientas que nos han permitido la participación política y el pleno ejercicio de los derechos como ciudadanas. Sin embargo, para construir paridad, esas leyes no alcanzan: tuvimos que ocupar espacios en las instituciones para construir, desde adentro, las agendas legislativas y ejecutivas que se centren en la reparación de los derechos vulnerados a las mujeres, a las identidades diversas, a las personas con discapacidad y a las infancias.

Desde esa perspectiva, nuestra tarea -en mi caso desde el Concejo Deliberante y como Presidenta de la Comisión de Políticas de Género-, es visibilizar lo que nunca antes había sido visible: que hasta acá, la mayoría de las políticas de Estado perpetuaban los códigos patriarcales y que para que eso se empezara a transformarar era vital nuestra presencia en las instituciones. No sólo para presentar proyectos para cambiar esa realidad, sino para poder poner en discusión las formas en que ejercemos la representación y los cargos públicos, tanto en el HCD como en el Poder Ejecutivo.

A instancias de ese objetivo, creamos la Comisión de Políticas de Género, Mujer y Diversidad. Estamos muy orgullosas de poder presidirla porque nuestro desafío es romper con la naturalización de las desigualdades estructurales en la que las mujeres y disidencias desarrollamos nuestras vidas, donde el acceso al trabajo, a la educación, a la salud, a la movilidad y al uso del espacio público es muchísimo más difícil y precario.

En ese marco, sería importante además el aporte que pudieran realizar los varones, que muchas veces buscan acompañar nuestros procesos de lucha, pero que en verdad tiene una responsabilidad indelegable: rediscutir las masculinidades, también en las instituciones. Esa es una tarea que viene bastante atrasada y que entiendo tiene que ver con que aún no se ha construido ese nivel de consciencia entre quienes hoy están ocupando las bancas y los lugares ejecutivos.

Es momento, sin lugar a dudas, de sumar más compañeras a las instituciones y planificar esa ciudad que soñamos y nos merecemos, donde todas, todes y todos podamos vivir con tranquilidad, con seguridad, sin miedo y con igual calidad de derechos.

Desde las calles y desde las instituciones, hoy y cada día, el desafío #EsConNosotras por #NiUnaMenos y por pan, tierra, techo y trabajo para todes.