Inglaterra, Austria, Portugal y Alemania fueron siguiendo la misma receta de Francia. Reconfinamiento duro, light o variable, el Viejo Continente pasó a ser uno de los principales focos de propagación de la pandemia.
El mapa europeo es una zona roja que se extiende hacia todas las direcciones. La pesadilla a puertas cerradas de marzo, abril y mayo regresa en pleno otoño con una segunda ola de Covid-19 continental que ya está desbordando los hospitales.
El primer ministro británico, Boris Johnson, fue el último dirigente del Viejo Continente que se resignó a aceptar la realidad y, por consiguiente, a adoptar un nuevo confinamiento de la población (46.555 muertos). El presidente francés, Emmanuel Macron, lo hizo el pasado 28 de octubre. Aunque el encierro de la población es más moderado que en marzo, la sociedad deberá respetar un estricto confinamiento hasta el 2 de diciembre. Y nada dice que será suficiente, al contrario.
El ministro francés de Salud, Olivier Véran, salió este fin de semana a preparar el terreno. En una entrevista con el Journal du Dimanche, Véran dijo: «estamos buscando crear las condiciones para vivir una Navidad lo menos exigente posible, pero es difícil prever grandes veladas (…).
Este año la Navidad no será una fiesta normal”. En su discurso del 28 de octubre, Macron había dicho que la segunda ola “será más dura y mortal que la primera”.
Inglaterra, Austria, Portugal, Bélgica, Grecia o Alemania fueron siguiendo la misma receta de Francia. Reconfinamiento duro, light o variable, Europa pasó a ser en este momento uno de los principales focos de propagación de la Covid-19. El Viejo Continente concentra cerca de la mitad de las infecciones y un tercio de los fallecimientos.
En el transcurso de una semana el porcentaje de casos suplementarios de coronavirus subió en un 41% para el conjunto de Europa. Los europeos son la tercera región más azotada por el virus con 10,4 millones de casos oficiales. Delante está América Latina y el Caribe con 11,3 millones de casos y Asia, con 10, 5millones.
Francia es una radiografía exacta de lo que está ocurriendo en las sociedades europeas.
El primer confinamiento tomó a todos por sorpresa, los sumió en el miedo, la incertidumbre y cierta confianza inicial en el Estado. Ahora, como lo resumió muy bien la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Europa se confronta a un “enemigo doble”, es decir, a la vez el coronavirus y el hastío ante la restauración del confinamiento y el aluvión de medidas preventivas.
A ello se le adiciona la certeza de que, entre mayo y septiembre, se optó por un desconfinamiento generalizado con la sola meta de proteger la economía cuando, en realidad, hubiese sido necesario adoptar un perfil gradual.
El seguimiento de las personas infectadas, su posterior aislamiento, los testeos masivos o las medidas escalonadas como el cierre de los bares y restaurantes a determinadas horas o el toque de queda no funcionaron. Hasta Suiza, país al que se citaba como el buen prototipo de gestión de la pandemia, se ve ahora inmersa en el virus con una tasa de incidencia de 1487,1 personas por cada 100 mil habitantes.
Suiza pasó de 2.000 casos por día en el peor momento a los 6.500 en la actualidad. 10 países europeos superan ya los 500 casos por cada 100 mil habitantes, con picos en Bélgica (2.354), Republica Checa (1.500), Luxemburgo (1086), Países Bajos (748), Francia (742). Alemania, otro país de la Unión Europea que supo verse citado como modelo de gestión, está siendo sumergida por la pandemia. Entre sábado y domingo se contabilizaron 19.059 contagios y 100 muertos.
La canciller alemana, Angela Merkel, decidió a partir de este lunes el cierre parcial de las actividades. Con algunas variantes en lo que atañe el alcance de las restricciones, Austria y Portugal aplican desde el 31 de octubre un protocolo semejante. República Checa, Francia, Italia y Reino Unido forman el cuarteto de países con mayores ingresos diarios a los hospitales, unos 9.000.
Italia ya mandó cerrar los cines, teatros, gimnasios mientras que a los bares y restaurantes se les impuso el cierre a las seis de la tarde a la vez que en regiones como Lacio, Campania, Sicilia, Calabria y Lombardía calcaron el toque de queda francés. Reconfinamiento, toque de queda, restricciones, cierres de comercios eran opciones inimaginables hace un par de meses.
Sin embargo, pese a la mega ola, el esquema puesto en práctica en octubre no es similar al de marzo, abril y mayo.
En ese entonces se cerró todo, en cambio, en la actualidad, se configuró un esquema mixto que combina las restricciones con zonas de circulación económica. Ello acarrea agudos descontentos de muchos sectores que se ven sancionados con la obligación de cerrar cuando a otros se les permite abrir. Las librerías, por ejemplo, no están autorizadas a abrir sus locales, pero sí, en cambio, montones de comercios que venden chatarra inútil y contaminante.
Europa corre detrás de un virus que la sorprende otra vez y se encierra de nuevo sin que exista, de hecho, ninguna certeza de que será la última. El comité científico francés que asesora a Macron advirtió el domingo que hay que contar con otras nuevas olas de coronavirus en el futuro. Estados fuertes o débiles, ricos o más pobres, súper organizados o caóticos, Estados del Norte o del Sur, la pandemia sigue barriendo con todas las redes que se han intentado extender para atraparla.
Por Eduardo Febbro-P12