La Selección Argentina irá el martes próximo por un lugar en la final contra un adversario que se corresponde de forma plena con el porte del semifinalista de un Mundial, pero que además, por si fuera poco, dispone del plus de una vigorosa mezcla de oficio, experiencia y corazón valiente: esa es Croacia.

Y así como la Selección de Lionel Scaloni hoy disfruta del punto de cocción de una larga travesía derivada de un indispensable “borrón y cuenta nueva” tras el Mundial de Rusia, a la formación balcánica la vuelve más respetable y valorable la línea de continuidad sostenida contra viento y marea desde aquel subcampeonato de 2018.

De Mundial a Mundial la Selección “Vatreni” (“Ardiente”) ha jugado 12 partidos de los cuales perdió uno, solo uno: 4-2 versus Francia en la final que tuvo lugar en el estadio del Complejo Olímpico de Moscú.

De aquel sorprendente equipo que entre otras cosas aplastó a la desangelada Argentina de Jorge Sampaoli, ya no están el arquero Danijel Subasic, el mediocampista Iván Rakitic y el centrodelantero Mario Mandzukic, entre otros.

¿Y de dónde se desprende, entonces, que en Qatar haya tomado las cosas donde las había dejado en Rusia?

En primer lugar, Croacia tiene el mismo director técnico desde el 7 de octubre de 2017: Zlatko Dalic.

Y como correlato de la influencia de Dalic, el equipo ha podido sostener una impronta, un estilo y un abanico de virtudes expresado en cinco distinguidos guerreros sobrevivientes.

Por orden de aparición, el defensor central Dejan Lovren (33 años); el volante de contención Marcelo Brozovic (30); el súpercrack organizador, Luka Modric (37), su compadre Mateo Kovacic (28) y el mediapunta Iván Perisic (33). Entre los cinco suman 524 partidos internacionales.

También hoy alterna un buen delantero del Mundial de cuatro años ha: Andrej Kramaric (31 años), el del Hoffenheim de la Bundesliga.

Garantizada la columna vertebral, cobran más valor los mohicanos de la renovación: el arquero Dominik Likovic (¡con Japón atajó tres penales y con Brasil tapó media docena de pelotas de gol!); el central Josko Gvardiol (una torre saca-todo, de 20 años: el de la máscara protectora); los laterales Josip Juranovic (27) y Borna Sosa (24) y el volantero (un poco volante-un poco delantero) Mario Pasalic (27).

Ni qué decir el advenimiento de héroe que a estas mismas horas se atribuye a Bruno Petkovic, uno de los pocos sin suceso en las grandes ligas europeas que hoy permanece en la liga croata: juega en el Dinamo Zagrev y el viernes resultó autor del agónico empate que precipitó la debacle brasileña.

Nombre más, nombre menos, he aquí el inventario de una Croacia que puede ser apabullado por Austria en la Liga de las Naciones (0-3, el 3 de junio último en condición de local, en Osijek), que puede recibir cinco goles de España en la Eurocopa (el 28 de junio en Copenhague), pero que jamás resigna su norte, sus reglas de oro y su notable facultad de asimilar los golpes, resurgir y triunfar.

Croacia, por si no se ha escrito hasta aquí, dispone de un mediocampo excepcional, de un arquero/revelación y de una admirable plasticidad para involucrarse con cada exigencia del partido y meter mano en su caja de herramientas.

Para ganarle -saliendo ya mismo de la obviedad de que se necesitará hacer más goles de los que se reciban- se requerirá determinación, pensar mucho, jugar mucho, correr mucho, superarlo o por lo menos igualarlo en coraje y, dar un puñetazo en la mesa y poner sobre el tapete la carta definitiva de la jerarquía.

Esos, y no otros, serán los desafíos de una Argentina que, conste, tiene con qué.

 

por Walter Vargas