Tenía las mejores notas, propuso organizar la fiesta de egresados y se fugó con toda la plata
M. tiene 26 años y solo llegó a pagar un pequeño depósito en el salón contratado para hacer la fiesta: no responde al teléfono, bloqueó sus redes sociales y su madre no sabe dónde está
Mejor alumno, mejor compañero, mejor cebador de mates. La descripción que hace Gisela, compañera de M., resulta imposible de ser atribuida a una persona que, en las últimas horas, se fugó con más de $55 mil que iban a servir para organizar la fiesta de egresados, suya y de sus compañeros. El sueño incompleto de 25 personas.

Oriundo de Entre Ríos, M. se convirtió en “uno de los más queridos” entre un grupo de adultos que busca finalizar los estudios secundarios en 2018. Son dos cursos (5to A y 5to B) que se unieron para un objetivo común: culminar con el título en la mano y una fiesta acorde a tantos años de esfuerzos y sacrificios.

Gisela atiende el teléfono mientras se cambia para ir a trabajar. “Somos personas grandes, que trabajamos, tenemos obligaciones, otros tienen familias, y buscamos lo que antes no pudimos: terminar la secundaria. Cursamos en el turno nocturno de la Escuela de Enseñanza Media para Adultos (Eempa) N° 1299, de Rosario. En abril buscamos alquilar un salón para hacer la fiesta a fin de año. M. dijo que contaba con tiempo para encontrarlo y organizar todo. Confiamos en él”, dice la joven a Infobae.

También asegura que a las pocas semanas el hombre de 26 años trajo una propuesta encantadora: un lindo salón, con luces, música, comida y bebidas incluidas. Cerraba por todos lados. Se diseñó una “tarjeta” con un valor de $800 pesos, personal, para quien quisiera ir. El mismo precio para cada invitado que los alumnos desearan llevar.

“Era un gran compañero. Teníamos mucha confianza en él, conseguía las mejores notas. Le confiamos toda la plata, iba todo bien, hasta que nos pidió que la tarjeta pasara a valer $1.000 porque todo había aumentado y porque varios de nuestros compañeros pagaban en cuotas y, según él, ‘había que cumplir con el contrato del salón'”, explica Gisela.

Entonces llamaron al salón, lógicamente. Y allí les dijeron que había una reserva hecha, que el valor acordado se mantenía y que deberían acercarse para “reforzar” ese depósito inicial, que no alcanzaba los 3 mil pesos. “Nos juntamos todos y contamos cuánta plata había pagado cada uno. En total, el monto superaba los $55 mil. Fue a partir de allí que M. no contestó más el teléfono”, agrega una de las damnificadas.

Cerró su cuenta de Instagram, bloqueó la de Twitter, se cambió el nombre en Facebook. En su casa no apareció y su teléfono celular, ante cada llamada, responde con una voz grabada: “El número solicitado no corresponde a un abonado en servicio”. Se lo tragó la tierra.

Su madre dijo que jamás volvió y que tampoco supo más de él. “Ella nos pasó el teléfono de su hermana, que vive en Victoria, provincia de Entre Ríos. La llamamos, confirmó que allí tampoco estaba. Pero también contó que cuando M. desapareció, la llamó y le dijo: ‘Me van a culpar de algo que no hice, los del salón nos estafaron'”, sostiene Gisela.

Y los del salón se presentaron en el colegio, mostraron los papeles firmados, certificaron lo acordado y se lamentaron por lo sucedido. “A ellos los entendemos, también sufrieron la estafa. Tenían una fecha acordada, un trabajo para muchas personas asegurado y ahora no. A nosotros nos robó una ilusión que no solo se relaciona con el dinero, sino con todo lo que nos costó llegar hasta acá”.

Gisela cuenta que harán rifas, un bingo familiar y hasta pensaron en sortear un tatuaje de “un amigo que se propuso para darnos una mano”. La misma que M., que no aparece y nadie sabe en dónde está. En las próximas horas sus compañeros harán la denuncia.

MLuna-Infobae