Se publicó y se conoció esta semana un video de YouTube de casi una hora donde dos varones, uno argentino y otro colombiano, ingresaron al ex asilo Unzué. Tras colarse por un alambrado que da a la calle, y en plena luz del día, recorrieron a gusto la parte más antigua del edificio emblema de la historia de Mar del Plata. No es la primera vez que, tras la interrupción de actividades en el espacio cultural, la construcción sufre hechos de vandalismo y violación del perímetro. ¿Quién cuida el Unzué?

Más allá de la novedad y del valor exclusivo que tiene lo que muestran los dos youtubers, sobra la preocupación por el espacio construido en 1910 que albergó a 350 niñas huérfanas y/o en contexto de vulnerabilidad hasta la década del ’90.

En el video se ve cómo, a plena luz del día, los jóvenes simplemente levantan un alambrado que da a la avenida Patricio Peralta Ramos. Testigos sobran: es trata del acceso norte que de ingreso al centro de la ciudad y de un paseo costero privilegiado en La Feliz. Sin embargo, ante la ausencia de móviles o efectivos policiales, y mucho más de serenos y alarmas, y a pesar de contar con cámaras de seguridad en la zona, solo alcanzó un poco de destreza para ingresar al edificio histórico. 

El Unzué fue protagonista por años de varias obras de restauración y mantenimiento, en tanto patrimonio histórico, cultural y arquitectónico de nuestra ciudad. Sin embargo, el sector este no logró reabrirse por el mal estado en el que se encuentra y el riesgo que supone. Fue allí donde ingresaron los varones del video con el fin de encontrar historias tenebrosas.

¿Pero es acaso el Unzué tierra de nadie? ¿Se puede disponer de ese patrimonio de cualquier manera, en cualquier momento y sin medidas de seguridad? A pesar de la presencia de cámaras del Centro de operaciones y Monitoreo (COM) en inmediaciones del lugar, y basados solo en lo empírico, la respuesta es fácilmente si.

Hace poco más de un mes, el Unzué fue también noticia por otro acto de vandalismo. El martes 7 de mayo el edificio de Río Negro y la costa amaneció con un gran grafiti en su frente con la leyenda: DRUGS. Por entonces, el arquitecto experto en patrimonio Pablo Mastropasqua explicó a este medio la gravedad de esa intervención en cuanto a la preservación del material y a la falta de fondos (y de interés) para su restauración.

De los dos hechos se deriva un común denominador: la impunidad. “Dicen que lo vieron vecinos y llamaron a la policía y al COM pero nadie acudió al reclamo. Realmente nuestra ciudad y su gobierno muestra una vez más lo que le importa el patrimonio y la identidad de los marplatenses”, aseguró entonces el profesional.