Piermario Morosini fue un futbolista italiano que se desempeñó mayormente en el ascenso de su país. Sin embargo, se destaca por dos motivos: su complicada historia de vida y su trágico fallecimiento durante un partido.
Nacido el 5 de julio de 1986 en Bérgamo, el mediocampista hizo inferiores en Atalanta, donde no llegó a debutar profesionalmente. Para la temporada 2005-2006, Morosini pasó a Udinese, donde a sus 19 años logró jugar el primer partido de su carrera.
A pesar del logro, no pudo tener demasiada continuidad y los siguientes años los pasó en prestamos a equipos de la segunda división italiana, donde sí logró jugar los minutos que pretendía. Con ese ritmo de competencia en el ascenso e incluso convocatorias a la selección juvenil, la carrera de Morosini se desarrollaba con normalidad.
Detrás de ese juvenil que logró su sueño de jugar su primer partido y volverse profesional, hay una historia de vida muy dura. El primer golpe llegó muy rápido con la muerte de su madre Camila, cuando Morosini tenía sólo 15 años.
Tan sólo dos años después, mientras se asentaba en un plantel profesional, su padre Aldo falleció por un paro cardíaco y Morosini quedó a cargo de sus hermanos Francesco y Carla María, quienes eran discapacitados, con tan sólo 18 años.
Golpeado por la situación, su hermano Francesco no resistió y se suicidó a las pocas semanas de la muerte de su padre. A pesar de la triste situación, el futbolista se aferró fuerte a su hermana y a su cuidado.
A pesar del dolor, el italiano había construido una carrera y se había asentado, hasta que llegó su trágico final. El 14 de abril de 2012, Morisini se encontraba jugando para Livorno en un partido contra Pescara.
A los 31 minutos del primer tiempo, el encuentro iba 2-0 en favor de su equipo y Piermario se desplomó en el campo de juego. Tras intentar levantarse dos veces, quedó tendido en el terreno de juego y a pesar de los esfuerzos de los médicos y de trasladarlo a un hospital, el futbolista falleció adentro de la cancha a sus 25 años.
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