Nota de opinión realizada por Juan Grabois – Precandidato a presidente en Unión por la Patria
El asesinato de Morena de 11 años conmueve al país y a nosotros en particular porque su papá, Hugo, es nuestro compañero, integra el Movimiento de Trabajadores Excluidos y se desempeña como operario en una de las cooperativas de reciclado que fundamos e integra el sistema mixto de reciclado de la ciudad de Buenos Aires. Su hermano se formó en el Club 16 de Agosto, uno de los clubes que fundaron nuestros compañeros en Villa Caraza.
Los familiares de Morena son nuestros compañeros, son nuestros hermanos, y la niña que hoy no está con nosotros podría ser nuestra hija… una niña con toda la vida por delante que sufrió una muerte evitable producto de la violencia que reina en nuestros barrios y la negligencia sistemática del Estado.
Nosotros siempre hemos puesto la cara por nuestros hermanos de los barrios humildes, por los trabajadores cooperativistas y sus familias. Lo hacemos una vez más, sin especular, porque todos somos uno.
Los autores del crimen han sido identificados y detenidos, según confirmó la propia fiscalía. Se trata de dos adultos que robaron y abandonaron herida a Morena en las cercanías de la escuela donde estudiaba.
Como es moneda corriente en nuestros barrios populares, la zona estaba liberada por la policía que tardó 30 minutos en llegar con un patrullero local. Del mismo modo, la ambulancia municipal que podría haberle salvado la vida, se demoró 40 minutos en llegar. Como afirmó el Director del Hospital Evita, la muerte podría haberse evitado si los tiempos hubieran sido otros.
La respuesta de los representantes políticos de la Municipalidad de Lanús, lejos de asumir sus responsabilidades y actuar en consecuencia, fue pasearse por los medios y comunicar a las redacciones de los principales portales noticias falsas, señalando personas que no participaron del hecho.
En el marco de ese show que ofende el duelo de los familiares de la niña y compañeros de trabajo, comenzaron a detener personas a mansalva, muchas sin relación alguna con el hecho. La desvergüenza fue tal que el propio intendente municipal llamó personalmente a las redacciones de los principales portales para señalar a la diputada cartonera Natalia Zaracho, compañera de trabajo del padre de la niña, para buscar un chivo expiatorio frente al repudio generalizado de los vecinos de la zona contra el intendente Diego Kravetz. La acusan de “defender” a un pibe de 14 años que no participó del crimen de Morena pero que aparte, ellos, como Estado, deberían haber rescatado de la droga. La gente sabe bien quiénes son los responsables.
Estamos de duelo y no vamos a entrar en el juego perverso de la politiquería. Sólo queremos respeto, verdad y justicia.
Una última reflexión:
El accionar criminal de los individuos que participaron en el hecho está íntimamente vinculado al flagelo de la droga y la complicidad policial con el delito que arruina la vida de cientos de miles de personas en todo el país desde hace décadas. Personas que se lastiman a sí mismas, que lastiman a otras, todas en los barrios más humildes, mientras el dinero lo lavan los delincuentes de guantes blancos que viven en countries y no en villas. Esto pasa hace décadas y en todo el país.
El círculo de violencia se acelera cuando la policía, después de detener y golpear a personas que delinquieron, de todas las edades, las extorsiona y recluta para que cometan delitos tanto en la narcocriminalidad como robos, con el objetivo de abultar las cajas negras que existen en casi todas las comisarías de la Argentina. El barrio sabe que es verdad y el barrio no olvida.
Los jueces y fiscales cuando no están bajo los reflectores actúan con negligencia criminal; tampoco procuran la reinserción de quienes delinquen, sino que los meten en lugares mugrosos y hacinados, encierro del cual salen peor de lo que entraron y una vez que salen, no se ocupan de garantizar que comiencen una vida basada en el trabajo y el apego a la ley. Esto también se explica por la complicidad que existe entre policías y jueces con el narcotráfico, complicidad que hemos denunciado en innumerables ocasiones.
En el caso de los menores de edad perdidos en las adicciones, hacen caso omiso a los gritos desesperados de las familias y las organizaciones barriales para que se otorguen las llamadas medidas de coacción que permitan su internación y desintoxicación.
Estas son las cosas que suceden, pero las tergiversan, invierten las responsabilidades… son pasto para los que quieren utilizar el dolor ajeno para beneficio propio. No gastan una emoción en dar la verdadera batalla contra la narcoestructura y la destrucción del tejido social.
En tanto precandidato a la presidencia de la Nación, no voy a instrumentalizar el vínculo de compañerismo con la familia de la víctima para intereses mezquinos de la política. No obstante, nuestros compañeros y compañeras, además de nuestro equipo jurídico, se encuentran desde hace horas acompañándolos en este calvario y están a disposición de la abuela Antonia, de los hermanos, el padre y todos los familiares.
Necesitamos rearmar nuestra vida en común. El enemigo es la crueldad, la negación de la dignidad y la vida de los demás. Incluso de una niña de once años.