Inquietante hipótesisEl hombre de nacionalidad paraguaya arrojado a las ruedas de un colectivo no era vendedor de medias, sino albañil. Llevaba dinero encima para viajar a su país
Entre la angustia por la sorpresiva muerte de un ser querido y la preocupación por no llegar a juntar el dinero suficiente para solventar los gastos del sepelio, los familiares de Gustavo Rojas Machado, el hombre de nacionalidad paraguaya de 34 años arrojado por una patota bajo las ruedas de un colectivo 406 en San Justo el viernes pasado, procesan la larga espera de un cuerpo que no llega para velarlo y enterrarlo finalmente en la capilla de la Villa 15 donde vivió los últimos años.

El trámite para recibir el cadáver de Gustavo es engorroso y el paro del martes demoró todo un poco más. En horas del mediodía de este miércoles, Andrea, la esposa de Rojas Machado, batallaba contra la burocracia en uno de los peores momentos de su vida, agotada como la batería de su celular. Ni siquiera come, dicen sus parientes más inmediatos, y esto recién comienza. Empleada doméstica con cama adentro de lunes a viernes, quedó viuda con dos hijos, una nena de 7 y un chico de 10. El lunes último le contó a su patrón la brutal muerte de su marido y fue despedida.

Gustavo, albañil de oficio, de 34 años, vivía con lo justo en la manzana 32 de la Villa 15 en Villa Lugano, donde habitan mayoría de familias paraguayas como la suya. Vinieron a la Argentina junto a Andrea hace unos siete años. Primero vivieron en Tapiales, luego se establecieron en Ciudad Oculta.

El viernes pasado, horas antes de ser asesinado, Gustavo fue a tomar cerveza con unos compañeros en la obra de construcción en la que trabajaba. Fue atacado antes de tomar el colectivo que lo traería de vuelta a su casa en la intersección de la colectora de Ruta 4 (Camino de Cintura) y Condarco por un grupo de hombres que tras darle una golpiza lo arrojaron debajo del 406. Murió en el acto.

El mismo viernes su familia publicó en Facebook una foto suya pidiendo ayuda para encontrarlo. “Nadie nos dice nada”, escribieron. La angustia duró hasta el lunes por la tarde, cuando se comunicaron con Andrea desde la Policía para informarle que su marido había sido asesinado.

Poco después, gracias a un video publicado en redes sociales, lo vieron morir. El posteo hablaba de un joven paraguayo “vendedor de medias”, oficio que la familia desmintió. La cámara de un comercio de la zona registró la última imagen que muestra a Rojas Machado con vida.

“El cuerpo estaba en muy mal estado y en descomposición. Permaneció en la morgue judicial todo el fin de semana”, le cuentan a Infobae los pocos familiares que esperan en uno de los playones de la villa que aparezca Andrea con el cuerpo de Gustavo y al fin puedan despedirlo. Por ahora Sebastián, el cura de la capilla San Francisco de Asís, tampoco aparece.

Aquí en la villa, Andrea, prima de la víctima de idéntico nombre que la esposa del albañil, espera llorando junto a su marido, ambos sentados en un banquito de madera. Oriunda de San Miguel, no lo veía desde el mes de abril, cuando se juntaron por última vez. A pocos metros, los chicos de Gustavo juegan con otros niños al policía y al ladrón. Katy, otra hija de Gustavo y Andrea, ya adulta y en pareja con Matías, se metió a la casa a vivir el duelo en la intimidad de su humilde hogar.

“Acá todos trabajan. O casi. Algunos venden drogas”, dice Matías, yerno de la víctima, que va y vuelve a la capilla, algo inquieto.

Gustavo estaba entre los que trabajan. “Siempre fue muy trabajador mi primo. Nunca se metió con nadie. Era un tipo alegre, siempre con su familia”, afirma Andrea. En un diálogo entre ellos comentan que juntaron algo de dinero con las colaboraciones de vecinos, pero faltan cinco mil pesos a comienzos de la tarde. Hay que pagar el cajón, el traslado y el sepelio, que ya calculan, será de noche.

Justo donde da el sol del mediodía, en el centro del playón, juegan dos pequeños perros. Terminado el “duelo” de mordiscones, uno se acerca a la capilla San Francisco de Asís y casi en la entrada deposita sus heces. Andrea le pide a Matías que las tape con un poco de arena que hay desparramada por el suelo, al costado de un banco de cemento.

La hipótesis del robo

La investigación del crimen está a cargo de la Fiscalía Temática en Homicidios de La Matanza, con el chofer del colectivo ya identificado como testigo. En su familia aseguran que Rojas Machado planeaba viajar a Paraguay en pocos días para visitar familiares. Había juntado algo de dinero, unos 20 mil pesos, y ese día los llevaba encima. Eso hace sospechar a la familia que alguien de la obra en la que trabajaba “lo vendió”.

De acuerdo a los familiares de la víctima, Gustavo no tenía la plata encima cuando lo hallaron. Tampoco el teléfono celular aunque sí estaban sus documentos. Por eso les llama la atención que recién hayan sido notificados del deceso más de 48 horas después.

Por el momento, el móvil del crimen es materia de investigación así como la identidad de los responsables. La Policía solicitó que cualquier persona que tenga información para aportar se comunique al 911.

EGentile-Infobae