Por Gustavo Casciotti

Tres son los ejes económicos y financieros de la semana: incertidumbre, insistencia presidencial e impacto local de la guerra comercial entre China y EE.UU.

La incertidumbre se evidencia en la indefinición en el acuerdo con el FMI, el aumento de los dólares financieros, el retroceso de los bonos soberanos, la bolsa con tímidos aumentos cerrando a la baja y el riesgo país que aumenta rozando casi los 700 puntos.

Tal vez la mejor expresión de esta incertidumbre haya sido la necesidad de incorporar en la última licitación de bonos del Tesoro Nacional del miércoles 12-2, bonos linkeados en dólares, como respuesta a aquellos que apuestan a una corrección en el tipo de cambio después de las elecciones del 2025.

Con respecto a la insistencia presidencial de que el dólar no está atrasado, parecería que la realidad demuestra lo contrario:

  • Los gastos en dólares con tarjetas de crédito, sólo en el mes de enero aumentaron u$s 862 millones con respecto al cierre del mes de diciembre, un crecimiento del 72,7 %, y 146 % frente al mismo mes del año anterior.
  • Durante el 2024 el rubro servicios (dividendos, honorarios, gastos de turismo, intereses, etc.) arrojó un déficit de más de u$s 4.000 millones.

Sólo el turismo, a partir de la apreciación del peso que torna más competitivo vacacionar afuera que la atracción que genera para los extranjeros venir a nuestro país, se llevó puestos $5.688 millones.

Y esto es sumamente grave para las reservas, porque si bien cerca del 50 % de esos gastos se pagan con dólares acreditados en cuenta, implica una reducción de los encajes bancarios y pérdida de reservas brutas y cuando se pagan en pesos, los dólares los pone el BCRA, sacrificando reservas netas.

  • Las importaciones de bienes de consumo aumentaron en diciembre el 53 % y en particular los alimentos el 82 %, según el Instituto ara el Desarrollo Agroindustrial Argentino, favorecido por la flexibilización para importar y el atraso cambiario.

Por otra parte, y como si esto fuera poco, empezamos a padecer los impactos de la guerra entre las dos grandes potencias, ya que en lo que va de febrero el yuan se devaluó un 2,2 % frente a las medidas adoptadas por los EE.UU, impactando negativamente en la valuación de nuestras reservas que están integradas en un 50 % por la divisa china.

Para colmo, el trigo también experimentó una baja en la cotización internacional, arrastrado por el anuncio del aumento de aranceles al acero y al aluminio por parte de USA.

Esto no es un tema menor si tenemos en cuenta que la producción del acero en nuestro país se desplomó durante el 2024 un 26 %, producto de un mercado interno deprimido, fuertemente impactado por la suspensión de la obra pública y aumento de costos en dólares, con lo cual la chance de recuperación pasaba por los saldos exportables.

Pero claro, si el 20 % de las exportaciones argentinas de acero y el 40 % de aluminio tienen por destino los EE.UU. la situación se presenta compleja.

En síntesis, la Argentina transita a contramano del mundo.

Mientras USA sube aranceles, para cuidar a sus industrias y trabajadores, nosotros los bajamos y abrimos nuestras fronteras para el ingreso irrestricto de importaciones que sustituyen producción y trabajo local, sometiéndonos sin red a una guerra que no es nuestra.