Por Adriana Derosa, escritora y crítica de espectáculos teatrales.
Llamativo subtítulo, perturbador. Me hace pensar en un proceso escénico que busca poner en cuestión del criterio de verdad. Una absoluta relativización de la constitución misma de lo que consideramos una mentira. ¿Una mentira? Todo eso y aún no he entrado al teatro.
Concurro a ver este espectáculo en el centro cultural Liberart, que funciona en una hermosa casona de centro de la manzana, bien mantenida y cuidada, en la calle Moreno al 2742. Mientras esperamos, somos invitados a consumir alguna de las bebidas que se dispensan desde la barra de tragos del patio. Hermoso. Pocos sospechamos que la obra, en rigor ya ha comenzado.
Poco más diré, pero todos los que integramos el público participamos de la ficción: estamos -en realidad- en un festejo de cumpleaños que ofrece una ONG que trabaja con personas en situación de vulnerabilidad.
En este contexto aparece el personaje que le valió a Ángeles Marcet el premio Estrella de Mar a la mejor actriz marplatense en esta entrega de 2023: interpreta a Lucía, una mujer con discapacidad que es una de las invitadas al festejo antes citado. Las otras actrices son Adriana Vicente, Abril Aranda, Graciela Teves, Liliana Vignola, Maru Villarreal, Melisa Aranda, Pato Correa, Rosmari Sibemhart y Yanina Gómez, a las que se suma la actuación de Iván Mesías como Roberta. Sobre el personaje de Marcet, sólo diré que se ha merituado el gran trabajo físico que conlleva su interpretación, en una experiencia agotadora, ya que en ningún momento se separa de toda la dificultad de movimiento que implica la composición.
Reza el programa: “¿Invisible es lo que no se ve o lo que no se mira, lo que se oculta o lo que se naturaliza? Vivimos inmersos en lo invisible: oxígeno, gravedad, deseos, emociones, presentimientos, intenciones, acuerdos tácitos…” El resultado es una propuesta perturbadora, inquietante, extensa y compleja, pero que indudablemente fue bien recibida por el público presente. Hagan ustedes su propia experiencia.