Este lunes Julieta Tapia hubiera cumplido 22 años pero, en lugar de una celebración, hubo una marcha pidiendo justicia por su muerte en el barrio San Carlos de Horizonte, Córdoba. El jueves pasado la joven se quitó la vida y vinculan su trágica decisión con los abusos sexuales que sufría en su casa desde los 4 años.
“Juli no aguantó más”, aseguraron ayer varios vecinos que participaron de la movilización en diálogo con El Doce. Una de sus amigas, Paula, detalló: “Hace dos años ella empezó a contar todo. No solamente a mí, sino también a otros vecinos. Intentamos ayudarla. A principios de este año decidió escaparse de su casa y la ayudamos. Se fue a Buenos Aires, pero una semana después empezó la pandemia y tuvo que volver”.
De acuerdo su testimonio, el calvario de Julieta empezó cuando era muy chica y el responsable de las violaciones vivía con ella bajo el mismo techo. Era su papá. “Juli fue varias veces al Polo de la Mujer, pero siempre desestimaron su caso. El padre la medicaba y ella llegó a estar internada en un hospital neuropsiquiátrico”, remarcó la amiga.
Julieta era dueña de una “sonrisa hermosa”, así la recuerdan quienes la conocían en las redes y así la recordaron también ayer sus amigas, con pancartas y velas en su nombre. “Ella estaba media limitada para salir. Hace unos años decidió contarnos algunas cosas aisladas pero fuertes. Ella sufría abusos y el padre la tenía dominada, la golpeaba”, explicó una de las chicas. Pero a pesar de todos los intentos por alejarse de su agresor, la cuarentena dispuesta para prevenir el coronavirus la obligó a convivir aislada junto a él.
La joven era querida y conocida en su barrio debido a que se dedicaba a hacer trabajos de corte y confección desde su casa, y eran muchos los vecinos que le llevaban su ropa para hacer arreglos.
El suicidio en la adolescencia
Según datos difundidos por UNICEF, los adolescentes en riesgo de suicidio pueden sufrir vulnerabilidad psicológica o mental, provocada por distintos factores. Entre los más comunes están los problemas familiares graves como situaciones de violencia o agresividad, abuso sexual, los problemas en la escuela, tanto en relación con las bajas calificaciones como el rechazo por parte del grupo de compañeros que, en algunos casos, se convierte en bullying o acoso escolar a través de burlas y agresiones. También pueden ser factores de riesgo las dificultades en torno a la identificación sexual y el temor a la reacción del familia.
Existen algunos síntomas a los que es importante prestar atención. Por ejemplo, el desgano y desinterés, la tristeza y la soledad que pueden estar asociados a una depresión. En otros casos, los adolescentes manifiestan la depresión a través de un alto grado de excitabilidad. Hay algunos otros más observables como los cambios en la forma de alimentarse (pérdida o aumento de apetito) o los trastornos en el sueño.
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