Las cifras preocupan a la cadena de productores, mientras que el Gobierno se encuentra en una encrucijada que involucra a dos socios directos: China y Brasil.
En medio de la discusión pública por la política de comercio exterior del Gobierno, las importaciones de carne de cerdo en los primeros cinco meses del año registraron un récord en más de dos décadas. Las cifras preocupan a la cadena de productores, mientras que el Gobierno se encuentra en una encrucijada que involucra a dos socios directos: China y Brasil.
De acuerdo a un informe de la consultora JLU, en los primeros cinco meses del año, las importaciones de carne porcina son las más altas desde 1999. Históricamente, siempre el segundo semestre es de mayor volumen que el primero. En ese sentido, el documento sentenció: “No es simplemente una queja por las importaciones, es mostrar que la cantidad importada es exagerada”.
Por qué hay tantas importaciones
Hay una razón internacional que es la causa principal de los problemas en los países exportadores de carne de cerdo, que incluye a la Argentina y se llama China. Desde mediados del año pasado, el gigante asiático levantó la fuerte demanda que había creado en el mercado internacional por la aparición en su territorio de la peste porcina africana. Una fuerte liquidación de criaderos chicos y medianos primero y la quiebra de una trader de capitales chinos y brasileños, les permitieron hacerse de carne de cerdo a precio muy bajo y la posibilidad de frenar nuevas compras, lo que provocó una caída estrepitosa en los valores del cerdo en los países exportadores, y que su participación era muy importante. No solucionaron el problema de la peste, pero los chinos consumen menos carne de cerdo por el momento.
Brasil, cuarto exportador mundial y quien destinaba el 30% de su producción al mercado externo, fue uno de los más afectados. Los resultados en ese país vecino fueron de una caída abrupta del precio local, muy por debajo del costo de producción, mostrando una pérdida importante por cada cerdo terminado. Esto generó una necesidad de Brasil de buscar nuevos mercados para colocar sus excedentes y los países de la región -como la Argentina- fueron los más rápidos de llegar, obviamente con precios muy bajos.
Lo que sucede desde los últimos 12 meses atenta con volver a repetir lo del 2020, cuando el país logró quedarse con un saldo comercial favorable. En ese sentido, el informe de la consultora soslayó: “Hoy sobra carne porcina en el mercado, por el aumento en la producción local, la falta de exportaciones y la enorme cantidad importada. Y el hilo se corta por lo más fácil, el productor porcino local, al cual o se le demoran las entregas a faena (aumento significativo del peso de venta en los últimos meses), o se le baja el precio que recibe”.
¿Quién ganó y quién perdió? La respuesta es que se beneficiaron algunos eslabones entre la producción, en especial los importadores, y perdió el productor, que no solo subió muy lejos del producto que produce para el mercado, sino que sus costos, por los problemas de la guerra de Rusia y Ucrania, se descontrolaron.
En diálogo con El Destape, desde la Asociación Argentina de Productores de Porcinos (AAPP) expresaron su preocupación por el nivel de importaciones desde Brasil en los últimos meses. Los productores mantienen un diálogo constante con el Ministerio de Agricultura y se lo comunicaron. Según pudo saber este medio, en las reuniones solicitan que se busque algún mecanismo que permita trabar o complejizar las importaciones de cortes congelados destinados al consumo directo. Para el caso se refieren solo a las 10 mil toneladas de bondiola, solomillo, carré y pechito, que entran a precios muy bajos y con los que no pueden competir.
Desde la cartera que conduce Julián Domínguez afirman que estas 10 mil toneladas representan tan solo el 1,4% de la producción de carne porcina nacional pero, según les plantean, el precio de la bondiola especialmente les complica la integración de la res por ser uno de los cortes frescos más demandados en el consumo interno.
Los productos cárnicos porcinos que reclama el sector que se intenten bloquear a Brasil representan unos 30 millones de dólares. Sin embargo, desde el Gobierno sostienen que “es muy arriesgado, no habiendo razones sanitarias, trabar el comercio de productos por 30 millones de dólares cuando el sector agropecuario comercializa unos 4.000 millones de dólares del total de los 6.600 millones y con balanza comercial positiva de 370 millones de dólares”.
Otra consecuencia negativa que traería aparejada la prohibición de ingreso de bondiola es que el precio de la misma tendría un aumento del producto en el consumo interno de aproximadamente el 50%.
El problema de la ractopamina
Por último, otro conflicto para la cadena es el uso de la ractopamina (un fármaco usado como aditivo alimenticio), que en países como Brasil y Estados Unidos está permitido y en Argentina se encuentra en un limbo administrativo. Existe una resolución de 2011 que permitió su utilización, pero que nunca se reglamentó y que en el 2017 se decidió no utilizar, a cambio de que se pidan las mismas condiciones a lo importado. La producción de Brasil utiliza este promotor de crecimiento, que mejora la eficiencia productiva, por lo cual hay competencia desleal en la producción ya que en Argentina no se utiliza.
En lo que va del año, el 70% de las muestras tomadas por el plan Plan Nacional de Control de Residuos e Higiene en Alimentos provenientes de Brasil, fueron positivas a la ractopamina. Vale destacar que el SENASA redujo a un tercio las muestras tomadas, situación que resulta de difícil comprensión. El informe de JLU remarcó al respecto: “Con esto y es importante aclararlo, no le cerraríamos el mercado a Brasil que ya envía carne porcina sin ractopamina a otros mercados, pero su costo de producción por el uso del metabolito, dejaría de tener la ventaja que hoy tiene. Es simplemente igualar las condiciones”.
“Las importaciones de carne porcina congelada para su venta directa al público, atenta contra la defensa del consumidor, no aporta ninguna mejora en los precios finales y solo beneficia a un selecto grupo de importadores, que hacen un excelente negocio con el subsidio del Gobierno. La falta de dólares en el mercado nacional, debería manejarse de forma adecuada, no impidiendo el ingreso de productos que no se producen en el país y mesurando los que si se producen”, finalizó el documento.