Pasaron las PASO y el acuerdo con el FMI ya estaba consensuado antes de que nos alumbraran en la cara las distintas declaraciones públicas de distintos referentes políticos con respecto al mismo, parece que no recibimos la respuesta de enojo y hartazgo que la población dio en las últimas elecciones, no basta con decir que tan buenos somos o que tan patriotas, porque a las claras está de que en el peor momento de nuestra Argentina luego de la pandemia no hemos sido capaz de sostener la unidad y humildad.
En el último informe del INDEC se revelaron números realmente violentos, sí dije violentos. En nuestro partido más de 200.000 personas son pobres y cerca de 50.000 son indigentes, es decir que cerca de 250.000 personas en nuestra ciudad viven en condiciones no dignas ¿eso no es violento?. Estos son los temas que nos deben importar, cuando se encara un proyecto político de manera conjunta y con una amplia diversidad de actores es complejo llegar a que todos y todas estén satisfechos, lo que no podemos permitir es que seamos nosotros mismos quienes serruchemos los pies de la silla que nos sostiene. ¿Cómo es posible que no seamos capaces de abandonar las banderas con nombres propios y pongamos por encima la de los intereses colectivos? ¿Será que nos acercamos a una situación electoral mucho más peligrosa y terrible para nuestra Patria?
Es cierto que nos encontramos en un escenario global altamente complejo, pero no es posible que regalemos en bandeja el esfuerzo de miles de personas que han puesto por encima de sus vidas el interés colectivo, no se trata de sólo ser reflexivos, hay familias que están desesperadas por no poder pagar las cuentas, por no poder poner comida en sus mesas y esperan escuchar de sus gobernantes, sea cual sea el lugar que ocupen, palabras de paz, esperanza y sobretodo soluciones, valentía y coraje para afrontar una realidad tan traumática como la que tenemos por delante.
En 2019 nos abrazó el calor del voto popular que nos dió la confianza para transformar lo que teníamos por delante, pero el coronavirus vino a desnudar frente a los ojos de todos (quisieran ver o no) esa nación pobre, vulnerada y precarizada, en Mar del Plata no fue distinto. Y ahí estuvimos los mismo de siempre bancando la parada, ayudando al vecino y vecina, armando ollas populares, asistiendo a enfermos y tratando de cubrir los inmensos huecos generados por el Estado Municipal, etc; y continuamos caminando con nuestra tarea de siempre: generando alternativas para salir de la crisis sanitaria, económica y social.
Pero es necesario, es imprescindible, que dejemos de mirarnos el ombligo y seamos capaces de tener actitud y un accionar maduro, responsable y dejar de “tribunear”. Porque para eso está la cancha, nosotros tenemos (algunos más y otros menos) responsabilidades indelegables y sobre nuestras espaldas y manos la responsabilidad de dejarle el camino libre o no a quienes hace casi 2 años y medio pulverizaron los sueños de miles de argentinos y argentinas.
Mar del Plata no queda afuera de ese escenario: tenemos un intendente que toma una y otra vez decisiones que son terribles: más de un 300% en aumento de boleto en el transporte público de pasajeros, 45% de aumento en tasas e impuestos municipales, vaciamiento en la salud, sub-ejecucion de presupuesto en áreas sumamente importantes, falta de obras en los barrios de nuestra ciudad, etc.
Entonces ¿qué vamos a hacer? ¿Seguir dando la nota o tomar las decisiones que se deban para recuperar los sueños y la esperanza? Nunca estuvo tan claro lo que debemos hacer, aunque parezca que hay mucha oscuridad la luz nos la proporciona esa realidad que nos cuenta el INDEC (casi 17 millones de pobres y cerca de 4 millones de indigentes) entre tantas otras cosas.