Ante las expresiones periodísticas del Escribano Guillemo Castello Diputado de la Provincia de Buenos Aires , el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires filial General Pueyrredón se permite en estas líneas hacer una breve reflexión sobre las mismas con el fin de expresar su posición frente a los conceptos vertidos.
La ley que el Sr. Escribano califica de anacrónica fue modificada en lo referente a los artículos de interés del Diputado en el año 2003, luego de un extenso debate en la legislatura provincial con la participación de las instituciones de salud, la universidad, referentes sociales y profesionales. La modificación como la ley en su totalidad está basada en considerar a la farmacia una extensión del Sistema de Salud y estableció que las oficinas de farmacia deberán estar racionalmente distribuidas en el territorio provincial a fin de asegurar la atención y la calidad de su servicio. A fin de ser claros , debe estar cerca del paciente para facilitar la culminación del acto de prescripción médica.
En estas breves líneas se encuentran las bases de la discusión que el Diputado con grave desconocimiento plantea. Plantea anacronismo y declara pieza arqueológica a una ley cuya modificación es de apenas 15 años, más precisamente del año 2003. Suponemos entonces que por su profesión , la de escribano, que data de un Decreto/Ley de 1978 habrá presentado proyectos con igual vehemencia a fin de actualizar los mecanismos que impiden una accesibilidad al servicio por parte de los ciudadanos, y una flexibilidad para los nuevos profesionales para ejercer su profesión. O tal vez simplemente modificar ese decreto por una ley democrática que propenda a que los propietarios de las empresas de dar fe pública sean empresarios y que los profesionales sean empleados en esas escribanías shopping.
La farmacia no es un local comercial de paso, es uno de los puntos para la atención primaria de la salud, ideal para recibir asesoramiento, despejar dudas e informarse adecuadamente.
La Federación Internacional Farmacéutica (FIP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus directrices conjuntas sobre buenas prácticas en farmacia (La Haya, 2011) identificaron seis componentes de la misión de la profesión farmacéutica: estar siempre disponibles para los pacientes; identificar, gestionar o detectar problemas de salud; promover la salud; asegurar la eficacia de los medicamentos; prevenir el daño causado por éstos, y realizar un uso responsable de los recursos limitados de la atención sanitaria.
Se hace necesario aclarar que estas normas tienen fundamentos sanitarios internacionales y que el Sr. Escribano Guillermo Castello parece desconocer o reducir a un concepto de “sana competencia” al cual en su profesión claramente no propende.
Queremos advertir a los millones de bonaerenses que acuden a nuestras farmacias en busca de medicamentos seguros y asesoramiento profesional que no se dejen confundir y eviten creer en supuestos de libre competencia, cuando el fondo de la discusión es generar el campo propicio para que un funcionario público y un fondo de inversión haga un millonario negocio personal.
El único profesional habilitado por las leyes es el farmacéutico y es quien asume toda la responsabilidad por los medicamentos que dispensa.