Los combates que estallaron hace casi una semana en Sudán causaron ya más de 400 muertos y 3.500 heridos, según informó hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un total de “413 personas murieron y 3.551 resultaron heridas”, declaró Margaret Harris, portavoz de la OMS, en una conferencia de prensa en Ginebra reportada por AFP, Sputnik y Europa Press.
James Elder, portavoz de Unicef, señaló que “al menos 9 niños murieron en los combates y más de 50 resultaron heridos”.
“Por desgracia, sabemos que, mientras los combates continúen, los niños seguirán pagando el precio”, añadió.
También señaló que la atención vital que se prestaba antes de los enfrentamientos a unos 50.000 niños gravemente desnutridos “se interrumpió”.
Debido a los combates, muchas familias han quedado atrapadas, con poco o ningún acceso a electricidad, agua, alimentos y medicinas.
Sudán tiene una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo, con más de 600.000 niños con desnutrición aguda grave antes de los recientes enfrentamientos, según Unicef.
Este viernes continuaron los enfrentamientos entre el ejército regular y los paramilitares, a pesar de los reiterados llamamientos al cese del fuego con motivo de la fiesta del fin del Ramadán.
El canal de televisión Al-Arabiya reportó ayer, citando al Ministerio de Salud de Sudán, que los muertos a causa de las hostilidades superaron los 600.
El pasado 13 de abril, los canales de televisión árabes comunicaron que el grupo paramilitar sudanés Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), que lidera el general Mohamed Hamdan Daglo, alias “Hemedti”, desplegó sus unidades en la ciudad de Merowe, en el norte de Sudán.
En la noche de ese mismo día, el Ejército sudanés, comandado por el general Abdel Fatah al- Burhan, emitió una declaración, según la cual el despliegue de las RSF en Jartum y varias ciudades “era ilegal” y se realizó sin coordinación alguna con las Fuerzas Armadas.
Poco después, el 15 de abril, estallaron los enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y las RSF.
Los paramilitares acusaron al Ejército de haber atacado su base en Jartum y anunciaron la toma del Palacio de la República (sede de la Presidencia), el aeropuerto de la capital y la base aérea de Merowe.
El Ejército, por su parte, desmintió esas declaraciones y aseguró que mantiene el control sobre todas las instalaciones estratégicas, incluido el Palacio Presidencial.
Al Burhan y Daglo fueron aliados hasta el presente, pues los dos comandaron el golpe de Estado que en 2019 terminó con los 30 años de gobierno de Omar al Bashir.