Desde Brasilia. Luiz Inácio Lula da Silva reapareció en público hoy por primera vez desde que está detenido en Curitiba, para hablar en su condición de candidato a presidente y denostar el “denuncismo” de moda en el poder judicial.
“Cuando haga un acto (de campaña), ahora, lo voy a invitar para que participe” le dijo, en tono proselitista, al juez Marcelo Bretas durante una videoconferencia.
De esa manera el expresidente se refirió a la decisión de pelear por un tercer mandato en los comicios del 7 de octubre, en los que se perfila como favorito según todas las encuestas. La más reciente, del instituto Vox Populi, le dio un 39 por ciento de intención de voto, triplicando la medición de su principal adversario, el capitán retirado del ejército Jair Bolsonaro. El domingo pasado el PT lanzó su postulación al Palacio del Planalto y sus abogados solicitaron autorización para que pueda grabar discursos de campaña desde la celda de 15 metros cuadrados que ocupa en la Superintendencia de la Policía Federal. Desde allí habló con el juez Bretas.
Igual que en otras presentaciones ante los estrados, Lula aprovechó la ocasión para hacer un alegato político. Vestía saco oscuro, camisa y corbata con los colores de la bandera brasileña, la misma que lució en ocasiones especiales durante su gobierno (2003-2010), por ejemplo, en eventos para promocionar los Juegos Olímpicos de 2016.
Desde Río de Janeiro, el juez Bretas lo indagó como testigo en la causa que investiga el presunto pago de sobornos en el Comité Olímpico Internacional (COI) que, en 2009, escogió a esa ciudad como sede olímpica, dejando atrás a las favoritas Madrid, Tokio y Chicago.
“Lamento que aparezca una denuncia de compra de delegados (del COI) ocho años después de la campaña (por Río). No sé quién hizo la denuncia y no me interesa saberlo, estamos en un momento de denuncismo”, dijo Lula.
“Mi compromiso es con la verdad, porque dudo que haya algún brasileño que busque la verdad más que yo”. Esa frase pareció dirigida a Sergio Moro, que lo condenó por haber sido supuestamente sobornado mediante la cesión de un departamento en la ciudad balnearia de Guarujá. Pero el magistrado del Lava Jato no sustentó su sentencia con pruebas. El inmueble en cuestión nunca fue ocupado por el condenado y hasta hace dos meses estaba a nombre de una empresa constructora.
Esta semana los abogados del ex mandatario informaron que el Comité de Derechos Humanos de la ONU aceptó investigar si Moro se condujo con imparcialidad.
En la videoconferencia de este martes Lula destacó su política exterior, construida a partir del eje Sur-Sur y de cómo esta contribuyó al respaldo obtenido en el COI. Contó detalles de un viaje a China donde habló de la postulación de Río con su colega de entonces, Hu Jintao. Y repasó sus ocho años de acercamiento con el continente africano.
“Que Africa apoye a Brasil es una cosa obvia, presten atención en una cosa, Brasil era el país más próximo a Africa (en el COI), yo viajé catorce veces a Africa, abrí diecinueve embajadas en Africa”.
“Si un país de Africa fuera candidato y yo fuera un viejito con bastón, yo iría donde sea para pedir el voto para que Africa fuera sede de los Juegos Olímpicos”, subrayó en respuesta a un fiscal que sustenta la tesis de que se pagaron 2 millones de dólares a un delegado senegalés del COI.
Más delgado que cuando llegó a Curitiba el 7 de abril pasado, pero de buen humor, preguntó al pasar “¿estoy bonito?”.
Al final de la audiencia, el juez Marcelo Bretas hizo una revelación: dijo que en su juventud fue simpatizante y hasta vistió una camiseta con la cara de Lula.
A la misma hora de esta videoconferencia se realizó otra en el Congreso, en Brasilia. Allí los diputados asistieron a la exposición del arrepentido Rodrigo Tacla Durán, un ex empleado de Odebrecht asilado en España.
El abogado Tacla Durán repitió su denuncia sobre la existencia de una industria de las delaciones en Curitiba, que éstas se pactan por razones políticas y acusó a Sergio Moro de no respetar el derecho de defensa de Lula.
Dario Pignotti