Cuando después del triunfo electoral del 2017 MM generó la idea que en la argentina se comenzaba a vivir un nuevo periodo en lo económico y en lo cultural, todos pensamos que efectivamente el vamos por todo de Cristina se había transformado con fundamento electoral en un “ahora podemos”.
Ocurre que el resultado electoral hizo anidar en muchos la percepción que la Argentina había dejado atrás sus reclamos históricos,- léase vivienda digna, jubilación plena, salarios adecuados, inflación en baja- para iniciar una etapa nueva en lo cultural donde las exigencias sociales quedaban subordinadas a exigencias éticas y morales que el gobierno triunfante pretendía reivindicar para si. Como ejecutor de estas nuevas exigencias sociales, de estos nuevos paradigmas MM creía tener la luz verde para abordar asignaturas pendientes en su ideario conservador, llámese reforma jubilatoria, reforma laboral, reforma judicial, y/o cualquier otra que le permitiese concretar su paradigma de “modernizar la argentina”.
Sin embargo, el holgado triunfo electoral que lo llevo en diciembre a promover una reforma jubilatoria que cercenaba los haberes de la clase pasiva en la argentina, lo enfrentaron a una dura realidad que significó en la practica, el comienzo – hasta hoy imparable- de un descenso en las encuestas y en su popularidad por entender que con dicha reforma se perjudicaba a uno de los sectores mas vulnerables de nuestra argentina 2018: los jubilados.
Efectivamente los hechos y los índices de inflación confirmaron que con dicha reforma el haber a cobrar de los argentinos pasivos sufrió durante este año una disminución cercana al 20% de su monto total. Esto, en retribuciones que “per se” ya se encontraban en niveles de disminución en diciembre del 2015. En tres años de Macri, la luz aumentó el 1400%, el gas el 2000% y el agua, el 2000%. La pobreza Cero en lugar de acercarse se alejó.
Las razones de esta medida tan antipopular y que generó reacciones de distinto tipo en nuestra sociedad van desde aquellos que sostienen que para obtener el déficit cero debía comenzar por achicar el monto destinado al pago de los jubilados, hasta quienes dicen que la razón de dictar tal impopular medida obedeció en el gobierno a una demostración hacia el FMI que estaba dispuesto a aplicar la cirugía mayor aun en los sectores mas vulnerables por el solo animo de obtener un acuerdo con ellos que le permitiese acrecentar su reserva en varios miles de millones de dólares.
Los hechos una vez más y a partir de diciembre de 2017 demostraron que en la Argentina las asignaturas pendientes siguen siendo vitales y movilizadoras de los reclamos sociales. El descalabro económico del 2018, la constante pérdida de popularidad de MM y todo su gobierno no hacen más que confirmar que para los argentinos la situación social sigue siendo una asignatura pendiente. Y que los reclamos de justicia social siguen vigentes.
No obstante este diagnostico el gobierno pretende que con una módica cifra de $5000 instrumentada por un bono a pagar en dos cuotas se puede opacar el temido mes de diciembre y sus reacciones populares. Para ello cuenta con la adhesión de la CGT oficial y de aquellos sectores que ven como peligroso el descenso en las encuestas de MM. Vastos sectores medios se encolumnan en la propuesta conciliadora.
Lamentablemente, una vez más el gobierno repite la máxima de volver a tropezar con la misma piedra: deja afuera de este magnánimo bono a todos los jubilados de nuestro país y los condena a pasar unas fiestas con su módica retribución mensual. Efectivamente sin temor a equivocarnos, después de tres años de gobierno, podemos decir que MM no aprende más.
Por Dr. Eduardo A. Romanin