Por Adriana Derosa
A los argentinos nos encanta la palabra bardo. En rigor es bastante nueva, es como un apócope reciente de la palabra lunfarda original, balurdo. Nosotros hacemos bardo, que no es lo mismo que bardear, que tiene otra connotación. Bardo, embrollo, exceso, problemón. Muchos problemas para nada sería el título con que este grupo de actores ha bautizado a la comedia inspirada en otra de Shakespeare, que en siglo XVII ya se divertía con los escarceos amorosos y los juegos de palabras que ahora se vivifican.
Pero tomando la palabra con precisión, bardo es poeta. Aquí el verdadero bardo es el dramaturgo inglés que ha dado inspiración a estos personajes que son aquí Benito y Beatriz – en la comedia shakespeariana era Benedicto- que se baten a duelo dialogal de ironías y punzantes alusiones, como una manera más de vincularse: ambos desconfían absolutamente de los beneficios que puede ocasionar el lazo amoroso.
En esta ocasión, la comedia se vuelve farsesca, con personajes arquetípicos y un ritmo vertiginoso que los actores sostienen con gran entrenamiento. Pero además cantan, bailan y tocan instrumentos. Una obra de dimes y diretes sostenida por la destreza musical de todos.
La dirección es de Leo Rizzi: el resto del elenco está compuesto por Macarena Riesco- siempre desopilante- , Mona De Marco, Camila Suero, Oscar Miño y Axel Otarola, autor además de la música original.
El grupo ya había avanzado sobre la comedia paródica en temporadas anteriores con la producción de “Tu falta de querer”, exitosa propuesta ganadora de premios Estrella de Mar y Hugo, que se reía del culebrón latino. Ahora la ambientación es la época dorada de la industria cinematográfica y todos sus estereotipos.
Una propuesta ajustada y familiar, afinada y ensayada, lo cual es muchísimo. Puede verse en la Sala Payró los días miércoles de este verano.