El celular de la víctima fue utilizado mientras estaba en coma, su familia reclamó las pertenencias al centro médico y le explicaron que las habían tirado.
La familia de Eduardo Curto vive los peores días por esta época tras su muerte. Tenía 66 años, murió por coronavirus en Clínica del Sol, en Recoleta y le robaron sus pertenencias mientras estaba en coma. Su hija contó que al hacer el reclamo al centro médico, recibieron una respuesta insólita: una caja de dientes postizos que no eran del difunto y además les explicaron que habían tirado todo lo demás a la basura.
Todo comenzó el 7 de julio cuando Eduardo sufrió un desmayo en su casa, su mujer llamó una ambulancia y lo trasladaron a la clínica Médicus. Los primeros estudios médicos, arrojaron que el hombre no tenía coronavirus y que quizá se trataba de algún problema cardiaco o cerebral.
“Todos los estudios que le iban haciendo estaban bien, nunca hicieron un hisopado porque en realidad no tenía ningún síntoma de covid-19 y faltaba solamente que lo vea el cardiólogo así que mi papá le dijo a mi mamá que se vuelva para mi casa, que le los documentos y, las llaves y su billetera, porque apenas lo viera el cardiólogo se tomaba un taxi volvía para casa. Ese mismo día falleció mi abuelo y mi mamá volvió a la clínica para contarle y mi papá se quedó a la espera, pero el 8 de junio a la madrugada empezó con un arritmia muy grave, le subió la diabetes y tuvo un pico de fiebre”, contó a minutouno.com, Brenda Curto, hija de la víctima.
Según el relato de Branda, tras esos síntomas, su papá tuvo que ser trasladado a la clínica el Sol donde le diagnosticaron que tenía coronavirus y lo dejaron internado en terapia intermedia y ahí empezó una odisea que terminó con la muerte de su papá.
“El día 15 de julio le ponen plasma y el 16 lo pasaron a terapia intensiva, entró en coma y lo entubaron” aseguró la mujer. Dos días después de eso, el celular de Eduardo comenzó a dar señales. “El 18 de julio alguien se conecta a su WhatsApp y después lo apagaron“, explicó.
Con el pasar de los días, Eduardo empezó a mostrar señales de mejoría y estaban a punto de sacarle el respirador, pero se agarró un virus intrahospitalario, volvió a empeorar y el 3 de agosto falleció.
“El 2 de agosto nos dijeron que el hisopado había dado positivo, fuimos a la clínica y nos dejaron verlo. Al otro día nos avisaron que murió. Mi hermano fue a la clínica a reconocer el cuerpo y pedir todas las pertenencias de mi papá: su reloj, sus anteojos, su celular, cargador, ropa, su billetera con todas sus tarjetas y documentos, dinero en efectivo, las llaves, fotos nuestras. Todo lo que uno tiene a mano, pero no las encontraban, nos dijeron que les diéramos 24 horas, después de eso nos dijeron que estaban revisando las cámaras y a las 48 horas me llamaron y me dijeron que en un descuido habían tirado todo junto con sábanas y basura“, preciso Brenda.
La explicación del hospital desalentó aún más a la familia que pide sancionen a quién violó la intimidad de Eduardo revisando su celular y a quien tiró sus pertenencias a la basura. “Gracias a Dios mi mamá tenía el documento celeste en casa porque sino no hubiéramos podido hacer todo el trámite para retirar el cuerpo. No le dejaron nada”, contó la hija del fallecido.
“Para rematar, cuando mi hermano fue a la clínica le dijeron que lo único que tenían de mi papá era una bolsita y era una dentadura postiza que no era de mi papá, nos dieron unos dientes que vaya a saber uno de quién eran. Nunca me llamaron para explicarme qué determinación iban a tomar con al persona que le revisó el celular a mi papá estando en coma“, agregó.
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