Desde las cooperativas que los agrupa reconocen que hay menos productos para reciclar. Joaquín Rodríguez, un “cartonero” de 24 años, es una víctima impensada de la desaforada inflación de Argentina: por la crisis, cada vez encuentra menos residuos para reciclar al recorrer diariamente las calles de Lomas de Zamora, en los suburbios de Buenos Aires, con su inmenso carro.

La menor cantidad de basura no solo golpea a miles de argentinos pobres como Rodríguez que subsisten con la venta de plásticos, cartones o botellas de vidrio, sino que es un signo de la caída del consumo por la pérdida de poder adquisitivo de la población.

“Cada vez juntamos menos (residuos). A la gente no le queda otra que hacer el mismo trabajo que nosotros: cada vez hay más cartoneros y menos residuos”, señaló Rodríguez, quien consideró que el cambio se observa desde mayo por la alta inflación.

Según la consultora privada Focus Market, el consumo retrocedió en junio un 4,5% respecto del mismo mes de 2021 y acumula una baja del 2,4% en estos seis meses del año.

“Los negocios que antes sacaban dos veces al día cartón, a la mañana y a la tarde, sacan una sola vez al día, porque no hay ventas”, explicó a Reuters Paola Godoy, de 40 años, en medio de fardos de plásticos, cartones y nailon que los recicladores cargaban sobre sus espaldas.

Godoy preside la cooperativa de reciclaje Jóvenes en Progreso, que produce bolsas de nailon con el material que los cartoneros recolectan en la puerta de comercios, mercados y casas de Lomas de Zamora. El cartón es vendido a 37 pesos por kilo a grandes empresas.

“El consumo de la gente ha bajado debido a que las cosas se han puesto muy caras (…) y eso a nosotros nos produce una baja de ventas”, aseguró Marcela Cid, de 58 años, dueña de dos comercios de artículos para el hogar en San Fernando, al norte de Buenos Aires.

“Cuando vamos a reponer (mercadería) nos encontramos con distintos precios. Antes yo iba a comprar con 100.000 (pesos) a mis proveedores y hoy necesito 170.000 o 180.000”, acotó.

Por la caída del poder adquisitivo, la clase media se vio obligada a modificar algunos hábitos: compra productos de marcas baratas, deja de consumir bienes considerados caros o cambia a sus hijos de escuelas privadas a públicas. Golpeado por la inflación, Juan Silva, un chofer de ómnibus de 53 años, viaja periódicamente desde Buenos Aires al mercado central para comprar alimentos a bajo precio.

“Con el tema de la economía, como está el país, tenemos que hacer ese esfuerzo de comprar en cantidades y guardar para todo el mes. Somos muchos en la familia y el sueldo ya no nos alcanza”, explicó.

De acuerdo con Shila Vilker, directora de la firma Trespuntozero, el 89,3% de los argentinos tuvo que realizar recortes de gastos recientemente, principalmente en salidas, alimentos y ropa. Casi el 90% se vio obligado a reducir el consumo de carne vacuna, la base de la dieta de los argentinos. El círculo de la pauperización se cierra en las calles, donde los restos escasean.

“Una caja de leche, una cajita de huevos, aceite… ya no hay más eso en la calle. Desde mayo para acá empezó a bajar el material reciclable. Se juntaba antes dos bolsones por día, hoy se junta medio bolsón”, aseguró Romina Peluffo, una cartonera.

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