Un modelo inflexible que no es acorde a las necesidades de miles de alumnos.
A pocos días del inicio del ciclo lectivo, la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires dispuso el cierre de los Bachilleratos de adultos. Ante los reiterados reclamos de la comunidad, la DGCyE publicó un comunicado aduciendo que se trata de la “reorganización de la oferta formativa para las personas que quieran retomar sus estudios”.
El comunicado, repleto de consideraciones erróneas, incluye una propuesta que, lejos de ser pedagógica, es una propuesta de ajuste: nos referimos a las aulas de aceleración.
¿Qué son las aulas de aceleración?
La Dirección de Educación Secundaria, a través de la Disposición N° 34/18, propone la apertura de Aulas de Aceleración como una estrategia de reingreso y aceleración del Ciclo Básico del Nivel Secundario. Concretamente, consiste en proponer el reingreso al sistema educativo de las personas entre 15 y 17 años que no han podido continuar sus estudios, a través de una nivelación para el ingreso a 4to año.
En las “Aulas de Aceleración” se dictarán en forma comprimida los contenidos de primero, segundo y tercero del secundario en un solo año para que luego puedan ingresar al cuarto año de la modalidad regular.
Desde nuestra perspectiva, amparada en el espíritu que contempla la Ley Nacional de Educación Nº 26.206, estas aulas no proponen un reencuentro con la Escuela, sino todo lo contrario, expulsa a miles de alumnos porque no se garantiza la permanencia en el sistema educativo, misión del nivel secundario contemplado por la Ley.
La propuesta, al no ser diseñada como un programa, no permite ser monitoreada, ya que a las claras daría cuenta de dos de sus principales falencias: primero, que el acceso a diversos campos del saber quedan relegados por aprendizajes no graduales, por contenidos generales y no específicos, la propuesta no permite el desarrollo de los diseños curriculares en las escuelas secundarias, aún más, al ser un curso acelerado elimina asignaturas como Construcción de la Ciudadanía, Historia y Geografía, cuerpos de conocimiento esenciales para la construcción de pensamiento crítico.
En segundo lugar, no favorece la articulación con otros niveles de enseñanza, ni el superior ni el primario, puesto que directamente primariza la secundaria.
El primer antecedente lo encontramos en Brasil, en 1995 y luego en Colombia en 1998, países donde se implementaron las aulas de aceleración, pero para la educación primaria, no secundaria.
En Argentina, tenemos la referencia del Polimodal, duramente criticado por todos los sectores y superado por la propuesta enmarcada en la Ley Nacional de Educación, que no sólo secundarizó el séptimo grado, sino que logró hacer obligatorio el nivel.
Entonces, ¿para qué primarizar creando estructuras artificiales si ya nuestro país logró consolidar la escuela primaria y secundaria?
Entendiendo a las políticas educativas como parte de las políticas públicas donde la concepción del Estado es elemental para su diseño, las aulas de aceleración tienen lugar en gobiernos neoliberales, en los que la educación de los pueblos va a contramano de su proyecto de gobierno y donde el ajuste es la condición.
La propuesta no sirve para recuperar matrícula perdida en alumnos de entre 15 y 17 años. Para lograr ese objetivo, podemos ver los resultados de la implementación de la AUH, del Programa Conectar Igualdad y de haber distribuido más de 80 millón de libros y haber construido más de 1800 Escuelas.
Por último, desde la Mesa de Educación de Unidad Ciudadana evaluamos que las aulas de aceleración solo responden a una política de ajuste en el sector, ya que se precariza la educación de los jóvenes y las condiciones laborales de los docentes.