El monte Vesubio acumuló magma durante siglos antes de la erupción en el año 79 d. C. que destruyó la ciudad de Pompeya, al sur de Italia, y gran parte de territorios aledaños, según un estudio publicado hoy por científicos italianos, casi dos mil años después de aquellos sucesos.

El estudio, publicado en la revista Communications Earth & Environment, fue realizado por un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV), en colaboración con la Universidad Federico II de Nápoles y la Universidad de Molise.

En ese sentido, se reconstruyeron los hechos que precedieron, describiendo cómo la cámara de magma que generó la erupción fue creciendo a lo largo de los siglos, hasta el punto de deformar claramente el suelo de una vasta zona, tal y como atestiguan numerosos documentos históricos y datos geológicos.

La actividad volcánica del Vesubio en los siglos anteriores a la erupción se caracterizó por una larga fase de reactivación, sentando las bases para la fase preparatoria de la erupción en sentido estricto, consignó ANSA.

“En particular, en los siglos que precedieron a la erupción del 79 d. C., el área alrededor del Vesubio experimentó un levantamiento significativo también acompañado de eventos sísmicos y desgasificación, todos fenómenos relacionados con la recarga de magma profundo“, detalló Domenico Doronzo del INGV, quien dirigió el estudio.

Además, se comparó la investigación con otros casos, tanto pasados como contemporáneos, de reactivación de volcanes alrededor del mundo, destacando que, si bien las fases preparatorias pueden durar siglos, la transición a la fase eruptiva irreversible podría tomar tiempos mucho más cortos.

“Las cámaras de magma de diferentes formas tienen una capacidad diferente para almacenar magma”, señaló por su parte, Elisa Trasatti del INGV, coautora de la investigación.

“Esto significa que en algunas cámaras se retrasa la fase irreversible, en las mismas condiciones iniciales. Una implicación directa es que el seguimiento de una sola manifestación de actividad volcánica, como las deformaciones del suelo por sí solas, puede no ser suficiente para predecir una erupción volcánica inminente”, añadió Trasatti.

Por ello, los investigadores subrayaron la importancia de un seguimiento exhaustivo, que tenga en cuenta todos los factores implicados.

“Es fundamental que el monitoreo incluya muchos parámetros y que se realice una integración continua entre los datos de monitoreo y los que llegan de la investigación sobre volcanes activos”, concluyó Mauro Antonio Di Vito, también experto del INGV, uno de los autores del estudio. “En particular sobre volcanes que pueden repetir erupciones a gran escala en el futuro”, concluyó.

Fuente: Télam