• Por Gustavo Casciotti – Economía Aquí & Ahora

Un nuevo endeudamiento con el FMI está en ciernes. A partir de un DNU el Poder Ejecutivo se autorizó a tomar un nuevo acuerdo. Un programa de facilidades extendidas a 10 años de plazo con 4,5 de gracia.

Se recurre al DNU a contramano de lo que marca la Constitución y la propia ley, que establece que todo nuevo acuerdo, operación o endeudamiento con el FMI tiene que ser aprobado por ley.

Para obviar ese requisito, en forma falaz se argumenta que como no habría deuda nueva no es necesario instrumentarlo por ley y que en última instancia el DNU pasa por el Congreso, con lo que se cumplirían los requisitos legales. ¿Por qué? Porque el destino de los supuestos futuros fondos serían para cancelar deuda del Tesoro con el Banco Central, o sea, deuda intraestado, y deuda con el propio FMI. Sin embargo, más allá del maquillaje, efectivamente se trata de una nueva deuda y por ende tiene que ser aprobada por ley. Evidentemente  el riesgo de que la oposición no apruebe la ley termina convirtiendo al Congreso en un estorbo, usurpando el DNU las funciones del Congreso.

Veamos algunas cuestiones:

👉 El contexto bajo el cual se tomaría nueva deuda encuentra al Gobierno totalmente acuciado por la falta de dólares y fuertes tensiones cambiarias.

👉 Se faculta al Ministerio de Economía a aplicar instrumentos para cumplir los requisitos del FMI, que no sabemos cuáles son. Es cierto, este tipo de operaciones prevé cláusulas secretas, pero parecería que no hay mayores elementos para poder discernir qué es lo que se está firmando. Ni monto, ni condiciones ni tasa. En síntesis, un cheque en blanco.

👉 Los objetivos esgrimidos por el Gobierno para tomar esta deuda pasan por la necesidad de fortalecer las reservas, garantizar la estabilidad y reducir la volatilidad de las variables financieras.

👉 ¿Cuál es la urgencia? Por un lado solucionar el deterioro del BCRA (un deterioro autoinfligido por el propio gobierno frente a la existencia de un dólar artificialmente barato que facilita las importaciones tanto de bienes como de servicios, generando una verdadera sangría de divisas justamente por un diferencial en el tipo de cambio en donde es más barato traer de afuera que producir acá.) Por otro lado, despejar la carga de vencimientos de deuda, reconociendo en definitiva que los dólares para pagarlos no están. Y por último, la urgencia de flexibilizar el mercado cambiario, esto es, avanzar en el levantamiento del cepo, que en realidad propiciaría que salgan más dólares que los que hasta ahora han venido saliendo, porque existían restricciones que ya no estarían.

Ningún préstamo con el FMI ha ayudado a generar un país más democrático, soberano, con desarrollo e inclusión social, con el agravante que el mecanismo usado para sobre endeudar es un atropello institucional y un intento desesperado por sostener un modelo económico inviable.

En definitiva, estamos frente a la fórmula del fracaso, con más endeudamiento y más autoritarismo.