La apuesta es por una fórmula monodosis, desarrollada por un equipo del Conicet y del Instituto Leloir, que ya demostró muy buenos resultados en las pruebas preclínicas y recibió 60 millones de pesos por parte del Gobierno.
“CoroVaxG.3” se llama la vacuna para prevenir la covid que desarrolla contrarreloj un equipo compuesto por científicos y científicas del Conicet y del Instituto Leloir. Según los últimos avances, en ratones generó una respuesta inmune que se prolonga por cinco meses y, aunque aún es prematuro, la efectividad generada hace pensar que la plataforma podría constar de una sola aplicación. La buena noticia es que para avanzar en las fases clínicas de su desarrollo recibirá 60 millones de pesos de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i). Ese apoyo resulta clave y se complementa con el acuerdo que en mayo pasado, el grupo a cargo realizó con la empresa biotecnológica Vaxinz.
El proyecto es coordinado por Osvaldo Podhajcer, investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular en el Instituto Leloir. Consultado por Página 12, señala: “La respuesta inmune inducida y la capacidad neutralizante de nuestra vacuna son muy adecuadas, tanto para la cepa original (Wuhan) como para las variantes Alpha y Gamma. En células humanas, hemos comprobado una expresión de Spike increíble, hasta 100 veces superior a otras fórmulas que ya están en el mercado y se están aplicando”. Y continúa: “En estos días, mientras pulimos detalles para publicar el trabajo en una revista de prestigio, en paralelo, probamos la protección de la fórmula frente a Delta. El objetivo es que la vacuna que finalmente diseñemos nos proteja de ésta y de otras variantes que puedan aparecer”.
¿Cómo funciona la vacuna argentina? Está basada en un adenovirus 5 (el mismo que se utiliza para CanSino y para el segundo componente de Sputnik V) modificado con el propósito de generar la respuesta del organismo contra la proteína Spike, que emplea el Sars CoV-2 como puerta de ingreso a las células. En las pruebas preclínicas con ratones estimuló la emergencia de defensas (anticuerpos y respuesta celular de memoria), que se prolongaron sin decaer por un lapso de cinco meses. La sustancia diseñada por Podhajcer y compañía demostró una adecuada neutralización contra las variantes Alpha (caracterizada originalmente en Reino Unido) y Gamma (reportada por primera vez en Brasil). Según indican los especialistas a cargo, asimismo, podría adaptarse fácilmente a otras que son predominantes en el mundo, como Delta, sin ningún tipo de problemas.
Una sola dosis
¿Por qué los investigadores sugieren que podría alcanzar con una sola dosis de esta fórmula? “Si uno revisa las aprobaciones de vacunas que hay hasta el momento, las que están habilitadas para aplicarse como monodosis son las que utilizan adenovirus. Me refiero a la de CanSino y a la de Janssen, que presentan una lógica similar a la nuestra”. Sin embargo, vale el interrogante:
–Si las defensas caen a los cinco meses, ¿se requeriría de un refuerzo para incrementar la protección luego de cumplido el lapso estipulado?
–Olvidémonos de la vacuna en sí misma y veamos el escenario de la fabricación a escala. En el panorama actual, aproximadamente, deberíamos darle dos dosis (de cualquier vacuna) a cada persona cada seis meses. Si la fórmula es monodosis podemos aplicar dos inyecciones al año en lugar de cuatro. De esta manera, le damos más aire a la producción. De hecho, si la respuesta que genera es tan potente como creemos que es, la cantidad de sustancia activa por aplicación también puede llegar a ser menor y rendir más.
Contar con este tipo de tecnologías beneficiaría al proceso productivo que, como se ha visto en todo el mundo, ha afrontado serios inconvenientes (retrasos, entrega de partidas menores a las pactadas) para poder satisfacer las demandas de todos los países por un recurso tan estratégico como escaso.
Para robustecer su proyecto, realizaron pruebas complementarias in vitro con células humanas del músculo (similares al sitio en el que se recibe la inyección) y dendríticas (son las encargadas de estimular la respuesta inmunológica). El trabajo que detalla los avances fue publicado como preprint en bioRxiv (repositorio en línea de acceso abierto) y, en las próximas semanas –como adelantó el investigador– podrían ser difundidos en una revista científica de prestigio y revisada por pares.
Si algo ha exhibido la pandemia es que, aunque los medios siempre destaquen individualidades, la ciencia es una práctica colectiva. Y la ciencia grande, esa que aplica conocimientos para desarrollar tecnologías tan sensibles como son las vacunas, incluso, requiere de la participación y la articulación de diferentes instituciones que trabajen en conjunto. En este caso, además del Instituto Leloir y del Conicet, participa el Centro de Medicina Comparada (Universidad del Litoral), el Hospital Italiano, el ANLIS-Malbrán (Ministerio de Salud), así como también, compañías farmacéuticas locales como mAbxcience y Sinergium, del empresario Hugo Sigman.
Otros aportes del Gobierno
“El apoyo que recibimos del gobierno es extraordinario, a nosotros nos permite cerrar todo lo necesario para llegar a la puerta de la fase clínica. Prevemos avanzar con los ensayos clínicos hacia fin de año. Será, como en todos los casos, con gente vacunada y con gente no vacunada. Como sabemos que en nuestro país costará localizar a personas que no se hayan inmunizado, probablemente, tendremos que buscar en otros territorios”, advierte Podhajcer.
La Agencia I+D+i, conducida por Fernando Peirano, también realiza otros aportes con el propósito de que los equipos de científicos y científicas locales puedan profundizar en el desarrollo de una vacuna autóctona. “Brindamos apoyos para obtener resultados concretos, pero también para generar capacidades que sirvan como base para resolver futuros desafíos. Conformar una cartera de proyectos es clave en esta lógica”, dice Peirano. “Tenemos iniciativas avanzadas, que alcanzan la fase de estudios preclínicos y una docena de investigaciones en fase de laboratorio que también estamos evaluando para darle toda nuestra ayuda”, agrega el funcionario.
Por un lado, la Agencia –por instrucción del MinCyT– concedió 60 millones de pesos para “Argenvac”, un proyecto del Conicet liderado por Guillermo Docena. El equipo de trabajo nuclea profesionales de la UNLP, la UBA, el INTI, el Instituto Malbrán, la empresa GIHON Laboratorios Químicos S.R.L. y la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos. Por el otro, se destaca un apoyo por un monto equivalente –ya financiado en junio– para el desarrollo que desde la UNSAM encabeza Juliana Cassataro. La referencia es para la ya conocida fórmula “Arvac Cecilia Grierson”. Además de los trabajos de Podhajcer, Docena y Cassataro, hay otras 12 propuestas que están siendo evaluadas y que podrían hacerse acreedoras de partidas similares. El Gobierno apuesta a la ciencia y a la tecnología porque, a contramano de la gestión macrista, confía en que es la única vía para lograr autonomía.
Página 12